Es una pulsión. Una modulación con el mundo. Una interferencia. Así reza la inscripción de uno de los veintisiete espejos apoyados en atriles que saludan al visitante a la muestra “media_mutaciones” en el espacio de Promoción del Arte en Tabacalera y así podría calificarse también la obra conjunta que Concha Jerez y José Iges vienen realizando desde 1989 (año en que cayó el Muro de Berlín y nació la world wide web) recogiendo el legado del movimiento Fluxus y del legado Intermedia de los años sesenta, en referencia a los proyectos que planteaban fusiones conceptuales entre distintos géneros o la expansión del arte hacia contextos culturales o mediáticos entonces no explorados.
Ambos habían iniciado sus trayectorias con anterioridad y sus intereses resultan complementarios: Jerez comenzó a trabajar en los setenta acercándose al arte conceptual y empleando el video y la performance, e Iges en los ochenta en el ámbito del arte radiofónico y sonoro. El resultado de su colaboración son piezas que conjugan prácticas visuales y sonoras y que destacan por su carácter abierto: a la interacción con el público, al diálogo con el espacio en el que se muestran y a la temporalidad: se trata en su mayor parte de works in progress.
En Tabacalera podemos ver hasta el 21 de junio dieciocho proyectos, dos de ellos recientes y pensados específicamente para este espacio: paisajes audiovisuales y sonoros que se sirven del lenguaje de la prensa, la radio, la televisión o Internet para poner de relieve las tensiones y distancias entre la realidad compleja y el lenguaje que la representa. La información es su materia prima. Buena parte de las piezas (acciones, instalaciones, obras audiovisuales y fotografías) necesitan del espectador para activarse y le invitan a explorar diversos códigos de comunicación y a visitar en muchos casos páginas web que sirven de soporte a sus trabajos en net-art: Jerez e Iges han sido pioneros en España en este campo, cuya primera obra se creó en Estados Unidos en 1994.
De entre las dieciocho obras que forman parte de “media_mutaciones”, interrelacionadas en cuanto que complementan unas las investigaciones iniciadas en otras, destacamos cinco:
La más reciente en fecha, desarrollada además en espacios de Tabacalera a los que el público no tiene acceso, es Viaje a ninguna parte: dos videos (uno de ellos audiovisual y sonoro de principio a fin, otro primero audiovisual y luego únicamente sonoro) referidos a la etapa actual de desaparición de un cierto modo de entender la sociedad y la cultura y la lógica incertidumbre ante un cambio del que no sabemos si se extraerán avances.
Argot es una instalación audiovisual y sonora formada por setenta y nueve frases autorreferenciales relacionadas con la creación, el artista y la relación de éstos con el mundo. Aparecen proyectadas en video, escritas en espejos sobre atriles que conforman un laberinto o repetidas por voces que se yuxtaponen en el espacio. La obra se inició en 1991 y desde entonces, a través de su presentación en diversos centros internacionales, ha ido mutando y ganado estratos, abriéndose a nuevos significados. En Tabacalera podemos ver también fotomontajes de su presentación inicial en el Palacio vienés de Liechtenstein. Al incorporar páginas de las partituras de la vertiente radiofónica de la pieza en alemán, francés, inglés y español, se crean interferencias poderosas entre espacio y texto, entre el arte contemporáneo y la iconografía barroca.
En Bazar de utopías rotas (1993-2007) encontramos una amplia mesa de banquete con platos de cristales rotos asignados a representantes de los países de la Unión Europea que participaron en 1990 en la firma de la llamada Carta de París, que dio por finalizada la Guerra Fría. El discurso sonoro del momento, utópico y grandilocuente, contrasta con los fragmentos de aquella Carta inscritos en los platos de cristal rotos-en alusión a su incumplimiento-. Se combinan con textos de Amnistía Internacional y con escritos ilegibles y autocensurados, presentes éstos en otras instalaciones, como Habitación de lectura 1492-1992. La lucha contra la autocensura es una de las preocupaciones esenciales de Concha Jerez, que entiende que las auto-prohibiciones expresivas son más lacerantes que las llegadas de fuera.
La instalación Net-Ópera supone una traslación a los espacios de Tabacalera de la web de net-art del mismo nombre, cuyos contenidos han dado lugar a imágenes y a una proyección en la que el visitante puede (o no) activar sonido y movimiento. La pieza está poblada por personajes que remiten a la ópera y al teatro, al cómic o a la actualidad mediática, y a través de ellos los artistas ponen en pie una crítica desde la sátira a nuestra sociedad de hoy, convertida aquí en un decorado.
Persona (2005-2015) es una instalación intermedia e interactiva en la que se reflexiona sobre el concepto de persona y sobre la identidad individual en relación con la información exterior, la ocultación y la máscara. El espectador se ve inmerso en un mar de quince voces y de luces que modifican nuestra percepción del tiempo y el espacio al igual que el entorno transforma nuestra forma de vernos y de ver el mundo. Persona se acompaña de fotografías de rostros de individuos de orígenes y edades diferentes y de un llamativo probador en el que, por debajo de nuestro rostro, otras personas se prueban ropa ante una cámara, invitándonos a reflexionar sobre hasta qué punto la ropa puede modificar nuestra personalidad.
Hay que subrayar que la muestra, que hoy abre sus puertas, se complementa con un espacio de documentación donde el público podrá encontrar más información sobre las obras expuestas, y con dos performances (el 10 de mayo y el 7 de junio), visitas guiadas por los artistas y una guía pedagógica.
Ya en la Sala La Fragua, desde mañana y también hasta el 21 de junio, podremos ver también una selección de imágenes del fotógrafo santanderino Ciuco Gutiérrez. Hasta ahora su obra se había centrado en la fotografía de objetos, pero en Tabacalera veremos fundamentalmente cuerpos femeninos. Gutiérrez cuenta cómo, a raíz de su experiencia como profesor en EFTI, se ha dado cuenta de que la fotografía realizada por sus alumnas nace en mayor medida del conflicto interior y de la emoción que del afán de construir de forma redonda una imagen, interés éste habitual hasta ahora entre sus alumnos.
En esta exhibición, llamada “Escenarios para la confrontación”, presenta como tal al cuerpo de la mujer: primero como arquetipo tradicional (mujer-mueble, mujer sensible, mujer ornamenta), después desde un enfoque no complaciente, desactivando su erotismo y entrando en territorios de lo masculino, y por último como mujer que se expresa a través del gesto y del movimiento. Sus modelos en estos últimos trabajos fueron bailarinas y las representó sobre fondos negros y empleando una iluminación que remite al Barroco.
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