Alex Katz. Aquí y ahora
MUSEO GUGGENHEIM BILBAO
Avenida Abandoibarra, 2
Bilbao
Del 23 de octubre de 2015 al 7 de febrero de 2016
A Alex Katz lo asociamos a una seducción inteligente: retratos de figuras planas y optimistas, seres siempre ociosos trazados con un esquematismo que elude también sus preocupaciones, cualquier nube negra. El pintor fue precursor de una figuración limpia en sus comienzos mientras triunfaban en Estados Unidos los trabajos de expresionistas abstractos que volcaban su vida interior en enormes lienzos sin espacios en blanco. Con ellos sí tuvo en común, no obstante, el desarrollo de una pintura fundamentalmente rápida y física, aunque en su caso la composición no tuviera nada de espontáneo.
Próximo al Pop Art pero sin ligarse a él, el artista optó por cultivar una pintura atractiva alejada de excesos tanto temáticos como estéticos, y desde luego sentimentales.
Desde mañana y hasta el 7 de febrero, el Museo Guggenheim Bilbao acoge “Aquí y ahora”, una muestra comisariada por Michael Rooks y Petra Joos que cuenta con treinta y cinco paisajes que podemos claramente identificar como tal pero que se aproximan a la abstracción al expandirse en la superficie del lienzo casi en su totalidad. Se fechan en los últimos veinticinco años y Katz quiso en ellos sintetizar tanto la naturaleza que veía por los ojos como la que percibía en su interior de manera simultánea, por eso el americano describe estas piezas como la captación de un flash antes de que su mirada enfoque la imagen, de ahí el título de la exhibición.
Aunque se hayan mostrado con mayor frecuencia sus retratos (el propio Guggenheim les ha dedicado muestras), los paisajes son un pilar fundamental en la trayectoria de Katz, por su carácter monumental y por esa citada voluntad del artista de reunir en ellos contemplación y conciencia.
Entre las obras expuestas en el Guggenheim podemos destacar Atardecer, que refleja el calor de una tarde de verano que se acaba y en la que utilizó su habitual procedimiento del delineado para mostrarnos unos pinos sobre un cielo rojo; Crepúsculo, donde una preciosa luna plateada que parece casi inmaterial ilumina una hilera de árboles, y la serie Arroyo negro, compuesta por piezas de diversos formatos, desde lo íntimo a lo monumental, en las que Katz representó el pequeño arroyo que atraviesa una propiedad suya en Maine prestando atención a las imágenes planas e invertidas de los árboles que se reflejan en el agua.
Los llevó a cabo durante dos décadas tanto al natural como en su estudio, sometiendo las piezas a constantes modificaciones y buscando facilitar al espectador experiencias envolventes en contraste con lo condensado y abreviado de sus obras.
También estarán presentes en el Guggenheim algunas de sus pinturas de flores, concebidas por Katz como una prolongación de las pinturas de fiestas que realizaba a menudo. Trabajaba esas flores al modo de volúmenes superpuestos, prestando enorme atención a la forma, la superficie, el espacio y la luz.
Y no faltará el vídeo 5 horas, filmado por su hijo Vincent Katz, crítico y poeta, y por su nuera Vivien Bittencourt, que es fotógrafa y cineasta. Esta obra documenta la dinámica creación de la pintura 3 de enero, dividida en tres secciones, que también podrá verse en el Guggenheim y que quedó terminada en la duración que le da título.
Por último, debemos mencionar la inmensa El sueño de mi madre, que puede entenderse como un compendio del vocabulario formal de Katz. Presenta cuatro vistas de una misma escena en varias fases del crepúsculo, sugiriéndonos saltos en el tiempo y transmite de ese modo el ritmo de una pieza musical.
OTRAS NOTICIAS EN MASDEARTE: