Mientras, desde hace un año, el Museo Goya de Zaragoza es objeto de obras de ampliación -que permitirán su apertura a la Plaza del Pilar, con una fachada de piedra que reflejará diferentes escenas de sus grabados, y la dotación de una doble altura en su sala de muestras temporales-, la Fundación Ibercaja, a la que ese centro pertenece, ha decidido dedicar su gran proyecto expositivo de este otoño a Eduardo Chillida, sumándose a la conmemoración del centenario de su nacimiento.
Con la colaboración del Ayuntamiento de la capital aragonesa, la Fundación Eduardo Chillida-Pilar Belzunce y Chillida Leku, esta institución presenta en la Lonja de Zaragoza la exhibición “Eduardo Chillida. Soñar el espacio”, que puede visitarse hasta febrero de 2026. Acoge cerca de ciento veinte trabajos del artista, en muy distintas técnicas: desde esculturas en varios materiales y en pequeño y gran formato hasta retratos, dibujos y composiciones gráficas.
El recorrido se inicia por sus esculturas de menor tamaño, que propician una relación más íntima y directa con el espectador. Están elaboradas en yeso, alabastro, hierro forjado, madera u hormigón armado, pero destacan las moldeadas con tierra chamota, como las conocidas Lurrak: bloques compactos y macizos de arcilla que el creador guipuzcoano apenas manipulaba y que ofrecen tonalidades distintas en función del tiempo que permanezcan en el horno de leña.


En cuanto a las piezas más grandes, de hasta dos metros de altura, conectan de manera poderosa con la arquitectura y con el entorno: a Chillida le interesaba investigar, a partir de ellas y de sus cavidades, el manejo de la luz y del espacio. En estas creaciones, los materiales parecen capaces de expresarse por sí mismos; en algún caso, contribuyen a generar sensación de espectacularidad independientemente de las dimensiones de estos trabajos: nos referimos a Iru burni III o Consejo al espacio VI, ejecutadas en acero corten, y Harri V o Relieve, en granito.

A Zaragoza ha llegado, igualmente, una representación de la serie Lo profundo es el aire, que alude a un poema de su amigo Jorge Guillén. No hay que olvidar que el mismo Chillida se definió como arquitecto del vacío; su interés por él se hace más claramente patente en las obras en alabastro: formas sólidas con ventanas talladas a través de las que penetran los rayos de luz. La iluminación difusa que se abre paso en ese provocado hueco lleva la atención del público hacia el espacio tallado y articula un evidente contraste con la solidez de la forma que lo rodea. Para él, en definitiva, el espacio y el aire eran tan importantes como la misma piedra.


En cuanto a su obra gráfica, el otro gran centro de desarrollo de su pensamiento plástico, a la que no dio sentido preparatorio sino autónomo, podremos contemplar en la Lonja el Boceto para la plaza de los Fueros de Vitoria o Jaula de libertad y una selección de sus dibujos geométricos o sus grabados realizados en tinta, carbón o sanguina. Se relacionan claramente con las propias esculturas, junto con otros trabajos que representan sus célebres manos abiertas o entrelazadas tratando de capturar el volumen y el espacio, además de la energía de la labor que realizan.
Veremos, asimismo, collages (con papeles rasgados y cortados) y la serie Gravitaciones, blancas y a tinta, desarrollada a partir de 1985. Se asocian igualmente a sus esculturas, al alumbrar una tercera dimensión gracias a los recortes que las integran.
El lado más figurativo de la exposición lo ponen sus retratos, profundos y expresivos, que representan a su esposa e hijos y a sí mismo.
Con “Soñar el espacio” se cierran las actividades por el centenario de Chillida, que han tenido lugar dentro y fuera de España y se concibieron para acercar la figura del escultor a un público extenso, de diferentes orígenes y generaciones.

“Eduardo Chillida. Soñar el espacio”
LONJA DE ZARAGOZA
Plaza de Nuestra Señora del Pilar, s/n
Zaragoza
Del 14 de noviembre de 2025 al 1 de febrero de 2026
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