Dorothea Lange, Ana Mendieta y Alejandro Cesarco protagonizan las primeras exposiciones que el Jeu de Paume de París abre al público tras el anuncio de la marcha de Marta Gili en su dirección.
De la estadounidense, el centro, dedicado en exclusiva a la fotografía, presenta una retrospectiva que cuenta con trabajos inéditos en Francia: se exhiben más de un centenar de imágenes, todas ellas impresiones vintage, realizadas entre 1933 y 1957 y articuladas en cinco secciones que las sitúan en el contexto de la fotografía documental de la época al tiempo que subrayan su fuerza emocional. La mayoría de las obras proceden del Oakland Museum californiano, donde se guardan los extensos archivos de Lange después de que los legara allí su esposo, Paul Schuster Taylor.
De un modo quizá igual de potente que Las uvas de la ira de Steinbeck, novela datada solo tres años después que la célebre Madre migrante de Lange, el trabajo de esta fotógrafa ha sido decisivo a la hora de dar forma a nuestra visión de la Gran Depresión y del periodo de entreguerras en Estados Unidos, pero esta exhibición quiere invitarnos a contemplar su obra también desde otros puntos de vista, como el de las indagaciones antropológicas presentes en la voluntad con la que Lange se acercaba a sus modelos o sus más que evidentes, y profundas, relaciones con ellos antes de tomar las fotos; así lo prueban, además, las leyendas que escribía acompañando a cada imagen, que enriquecieron la calidad informativa de sus archivos visuales al punto de producir una interesante visión de la intrahistoria de los treinta de cara a las generaciones futuras.
En 1932, cuando la crisis ya era más que evidente después del crack del 29, Lange abandonó su cómoda actividad de retratista de estudio tras observar a los desempleados sin hogar que vagaban por las calles de San Francisco. Durante dos años que supusieron un punto de inflexión en su vida y su carrera, fotografió el impacto de la recesión en las ciudades en series que atrajeron el interés de círculos artísticos dentro y fuera de Estados Unidos y que también llamaron la atención de Schuster Taylor, profesor de economía en la Universidad de Berkeley y especialista en conflictos relacionados con la agricultura en la década de los treinta, sobre todo en los que tenían que ver con trabajadores mexicanos. Él utilizó las fotografías de Dorothea para ilustrar sus propios artículos sobre el tema antes de que ambos comenzaran a trabajar juntos, desde 1935, para diversas agencias federales establecidas tras la implantación del New Deal. La colaboración de ambos duró más de treinta años.
Las repercusiones sociales tanto de las crisis económicas como de las guerras y conflictos políticos siempre interesó a Lange, que durante la II Guerra Mundial trabajó a destajo, documentando el impacto de las industrias vinculadas al negocio bélico, el desempeño judicial de entonces o, sobre todo, el trato dispensado a los estadounidenses de origen japonés, muchos de ellos internados. Sus fotografías de este asunto no se publicaron hasta 2006 y ahora el Jeu de Paume las exhibe por vez primera en Francia: suponen un ejemplo magnífico, y poco conocido hasta ahora, de cómo esta autora supo crear imágenes tan íntimas y conmovedoras como aptas para la denuncia de la injusticia y para ejercer una influencia potente en la opinión pública.
Estas fotografías se acompañan en París de hojas de contacto, cuadernos de campo y varias publicaciones, con el fin de abrir nuevas perspectivas de estudio en torno a la obra de una autora que nunca ha perdido actualidad.
En cuanto a la exhibición que el Jeu de Paume dedica a Ana Mendieta, esta es su primera gran muestra en un museo y coincide con el 70º aniversario del nacimiento de la artista de origen cubano. Cuenta con una veintena de filmes y treinta imágenes asociadas a ellos y es fruto de investigaciones inéditas en torno a los temas recurrentes en la trayectoria de Mendieta, necesariamente breve dada su muerte temprana en 1985. Habló de memoria, cultura e historia, de ritos y del paso del tiempo tomando como punto de partida la relación entre el cuerpo y la tierra; la mayoría de sus vídeos los filmó en entornos naturales prestando atención a los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego.
La tercera exposición que el pasado 16 de octubre abrió el centro francés, en el marco de su programa Satélite 11, recoge el proyecto de Alejandro Cesarco Learning the Language, tercer capítulo de su ciclo NOVLANGUE_, en el que ha combinado códigos digitales con la lengua oficial creada por Orwell en la novela 1984. Ha esbozado posibles relaciones entre la música, el automatismo y el lenguaje tomando como punto de partida un retrato en vídeo de la pianista argentina Margarita Fernández.
A este artista uruguayo siempre le ha interesado la vertiente artística de la escritura y la repetición: en su trabajo visualiza el lenguaje como un motivo generador de narrativas en su disrupción. La literatura está en el corazón de sus prácticas, como modelo estructural y como paisaje sensible.
Dorothea Lange. “Politiques du visible”
Ana Mendieta. “Le temps et l´ histoire me recouvrent”
Alejandro Cesarco. “Apprendre la langue (présent continu I)”
GALERIE NATIONALE DU JEU DE PAUME
Place de la Concorde
París
Del 16 de octubre de 2018 al 27 de enero de 2019
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