Según Daniel Verbis hay dos tipos de pintura: “una pintura-fragmento (en donde un detalle se convierte en totalidad) y una pintura-fragmentos (en donde la totalidad se organiza en función de cada uno de sus detalles)”. En ese sentido se refiere a una pintura-paisaje y una pintura-bodegón; una pintura cuerpo y una pintura inscripción. Una pintura-figura y una pintura-escritura. Una pintura acción-incisión y una pintura tatuaje-decoración. Una pintura presencia-tangible y a una pintura ausencia-huella intangible.
La suya es ante todo una pintura ambigua, caracterizada por un lenguaje fuertemente personal, dados los afanes de renovación constante de este artista leonés, que siempre ha jugado con la representación del espacio y con la incorporación de nuevos materiales a sus obras y que, desde el 17 de enero, presenta su primera muestra individual en la Galería Pilar Serra de Madrid: “Ser anfibio (y mortal)”.
Los trabajos que podremos ver hasta marzo en esta sala son delicados y sugerentes, basados en composiciones rigurosas y geométricas en las que Verbis trata de configurar cuerpos, célebres y polémicos cuerpos. No llegan a reconciliarse, en estas pinturas, lo ordenado y lo confuso, la necesidad y el azar; es inevitable darnos cuenta de la fluctuación continua de la pintura entre la presentación y la representación; todo es desplazamiento, sensación de temporalidad.
El creador leonés no trabaja a partir de ideas preconcebidas, sino que desarrolla sus hallazgos a lo largo del proceso creativo, entiende que es la acción la que da lugar al pensamiento y no al revés; en sus palabras: el aparato artístico no se reconoce como tal cuando sus elementos se analizan por separado y en la unión de los extremos (de la banda de Moebius) el arte alcanza su identidad.
La de Verbis es una trayectoria precoz: con veinte años y la obra Pijo, hijo, ojo de vecino se hizo con el Premio Loreal de Pintura en 1998 y poco después entró a formar parte de la nómina de artistas de la Galería Rafael Ortiz, que en 2000 le brindó su primera exhibición individual, la primera de varias en esta sala. También ha expuesto en el MUSAC, el CAB burgalés o el Drawing Center neoyorquino.
Huye de encasillamientos y concibe su producción como una forma de manifestar descontentos y quejas, alejándose de lo que mediáticamente triunfa e intentando trabajar más por capricho que por necesidad. Es habitual que algunas de sus piezas rocen lo escultórico y que recurra tanto a la acumulación como a la deconstrucción a la hora de transgredir límites espaciales y de dialogar, o interactuar, con la arquitectura circundante.
No dejéis de fijaros en los títulos, irónicos o poéticos, de cada uno de los trabajos.
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