Daniel Canogar en el Museo de la Universidad de Navarra

Pamplona, 29/03/2017

La preocupación por la conservación de la memoria y por el rol que esta tiene en la configuración de nuestra identidad ha sido una constante en la producción de Daniel Canogar, por eso en su proyecto más reciente, que presenta ahora en el Museo de la Universidad de Navarra tras tres años de trabajo, ha querido rendir homenaje a los DVD como soporte de información en vías de extinción.

Sikka Ingentium consta de 2400 discos dispuestos a lo largo de la pared principal de este centro, componiendo una escultura-instalación en forma de enorme nube de 18 metros de base y 3 en su altura. Evoca así el volumen ingente de imágenes que hoy generamos y propone una crítica hacia nuestras formas de reproducirlas y hacia los soportes que utilizamos para guardarlas, de rápida obsolescencia. Parafraseando a Fontcuberta, dice Canogar que son imágenes que nada perduran, solo circulan.

A la hora de desarrollar este mosaico audiovisual, Canogar ha ejercido de arqueólogo y cineasta, porque esta instalación es también soporte fílmico: el artista ha elaborado un guion propio de estructura no lineal que ha vertebrado una grabación de media hora de duración elaborada con fragmentos tomados de distintas películas grabadas en esos DVD pasados, obras procedentes de distintas cinematografías. Después los articula en órdenes escogidos: Elijo fragmentos para crear series: las caras que personalizan esta industria cinematográfica, las explosiones de coches como escenas recurrentes, los caballos por su presencia en la gran pantalla desde el western hasta la actualidad, entre otras.

Las 7500 capas que componen esa producción audiovisual se proyectan en cinco videomappings sobre la superficie de esta gran escultura de 18 metros y los anversos de los DVDs actúan de espejo, así que la pieza tiene una segunda versión, si se contempla el reflejo que los discos generan sobre la pared de enfrente: Esta otra imagen de la escultura me gusta también porque para mí representa, de una manera abstracta, nuestro cúmulo de recuerdos, convierte la obra en una experiencia sensorial y en una reflexión sobre el gusto del ser humano por aquello que produce reflejos, brillos y deseos, desde la edad primitiva y el fuego de las cavernas hasta los destellos de Hollywood.

Las carátulas de los discos forman parte también de la muestra y se exhiben en el corredor expositivo que precede el acceso a la sala, así que los visitantes podrán conocer con qué películas se ha compuesto la obra. El motivo de la elección no atiende a su tema o calidad, sino a su condición de películas olvidadas elegidas no por lo que contienen, sino porque estaban siendo consideradas ya casi como una basura, un dvd a desechar. Me gusta recuperar algo a punto de extinguir y darle una nueva vida, un uso contemporáneo.

El título de la pieza se debe a que estos DVDs reflectantes remiten a los sikka, monedas de oro que en Babilonia se cosían a la ropa y que podemos considerar antecedentes de las actuales lentejuelas.