La galería Elvira González inaugura la temporada de otoño con una exposición dedicada a Chema Madoz (Madrid, 1958), en la que se exhiben 32 fotografías realizadas por el autor madrileño entre 2016 y 2018. El montaje, muy limpio, potenciado por la blancura de las paredes de la sala proporciona un buen marco para enfrentarse a cada una de las imágenes en solitario y dejar que nuestra imaginación vuele en busca de significados o trate de dilucidar si nos encontramos ante un juego visual, un reto mental o, muy posiblemente, ante ambas cosas. El blanco y negro sigue siendo una de las señas de identidad de Madoz, un terreno donde los objetos fotografiados ganan en simbolismo y expresividad.
Aunque casi todos podemos reconocer el sello de Madoz en sus fotografías, en sus últimas creaciones percibimos ligeros cambios en la manera de abordar los objetos y de construir las imágenes. Él mismo nos contaba hoy en la galería que sigue utilizando elementos que le han acompañado a lo largo de los años, como el ajedrez o las alusiones al tiempo, pero también cómo otros han ido evolucionando y generando nuevos planteamientos, ampliando su área de trabajo y variando el ámbito donde se desarrollan las ideas, que pasan ahora a situarse en un escenario distinto al que se puede crear solo entre objetos. Y es que, además de seguir trabajando con estos, ha empezado a hacerlo también con maquetas y a jugar con la idea de la representación, como sucede por ejemplo en la fotografía de las escaleras mecánicas presente en la muestra; o desde una aproximación al paisaje, quizás de corte romántico, como en el caso de la del ciprés, una de sus fotos más recientes; o la del avión entre árboles (sencillamente genial). Aún así, la carga semántica de los objetos sigue siendo definitiva para él. Madoz utiliza los objetos como si fueran palabras y –como señalaba Borja Casani hace algunos años en el catálogo de la exposición que Fundación Telefónica le dedicó en 2006, con motivo de la concesión del Premio Nacional de Fotografía– literalmente nos hablan. Mucho ha llovido desde aquella primera llave que Madoz convirtió en su propia bocallave, pero en todas las creaciones que han venido detrás domina el lenguaje conceptual que le es propio y ese saber mirar tan suyo. Detrás de su obra hay trabajo, perseverancia, hallazgo, intuición y metodología. Y aunque en alguna ocasión reciente el artista haya sustituido su Hasselblad por la tecnología digital, reconoce que no por ello se ha dejado tentar por programas informáticos tipo Photoshop; todo sigue siendo construido, iluminado y fotografiado.
Tampoco faltan en la exposición imágenes más cercanas al concepto de bodegón, en las que la construcción visual tiene que ver con la disposición de los elementos y la cámara se sitúa en un punto de vista frontal, haciendo hincapié en la propia idea fotográfica. O aquellas en las que echa mano de material más clásico incorporándolo igualmente a un lenguaje conceptual. En todo su trabajo persisten la ironía y el humor, aun cuando nos plantea lecturas serias, pero puede que en sus fotografías más recientes se deje adivinar también un punto de melancolía.
La muestra se enmarca dentro de la novena edición Apertura Madrid Gallery Weekend, y os recordamos que, de manera excepcional, el jueves 13 la galería permanecerá abierta hasta las 22:00 horas y el viernes 14 y sábado 15 en horario ininterrumpido de 11:00 a 20:00 horas.
“Chema Madoz”
c/ Hermanos Álvarez Quintero, 1
Madrid
Del 13 de septiembre al 10 de noviembre de 2018
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