Tras revisiones exhaustivas de su obra recientemente en la Fondation Cartier de París y el MoMA, el Museo Picasso de Málaga presenta, hasta el próximo septiembre, “Estancias, cuerpos, palabras”, antología de Bruce Nauman que hace hincapié en su concepción del arte como proceso, no tanto como objeto acabado, y en las múltiples referencias a la literatura, la danza, la música o la filosofía presentes en su producción multiforme.
Convencido de que la actividad física puede generar caminos distintos y particulares de alcanzar la propia conciencia, el artista de Fort Wayne se sirvió, desde los años sesenta, de su cuerpo para explorar la noción de arte en un sentido extenso y también su identidad como creador. Lo manipuló convirtiéndolo en un patrón para medir espacios y también para interactuar con el resto de la materia del mundo desde su individualidad.
Sus trabajos nacen a partir de la puesta en marcha de situaciones corporales complejas en las que Nauman ha explorado cómo percibimos el paso del tiempo y el movimiento, en relación con determinadas teorías de la Gestaldt relativas al conocimiento de la propia fisicidad, a la música de John Cage, Steve Reich o La Monte Young y a la danza de Meredith Monk y Merce Cunningham.
Crea tensión a través de la repetición de movimientos o palabras y también a partir de la ralentización temporal, que logra al intentar hacer palpables los minutos, y de dudosas y extrañas situaciones con sólidos nexos con lo cotidiano.
Sus acciones monótonas y sin resolución pueden llegar a generar en los espectadores incluso cierto agotamiento físico: es fruto de su manejo de la circularidad, la insistencia en movimientos que a ningún sitio nos conducen y que podemos emparentar con las novelas de Samuel Beckett.
El arte implica, para Nauman, hacer cosas que no quieres hacer especialmente, ponerte en situaciones desconocidas, seguir resistencias para descubrir por qué te resistes.
El Museo Picasso ha reunido casi un centenar de sus proyectos, entre instalaciones, arquitectónicas y no, esculturas, neones, vídeos, dibujos, serigrafías o fotografías que suponen, en su conjunto, representaciones de la inestabilidad que define nuestros modos de ser parte del mundo y de percibirlo. No hay, para Nauman, arte sin incomodidad y extrañeza; la creación implica, en sus palabras, hacer cosas que no quieres hacer especialmente, ponerte en situaciones desconocidas, seguir resistencias para descubrir por qué te resistes. Esto es, abandonar la seguridad de lo material, mantener la vigilencia ante lo cotidiano, recelar de todos los caminos fáciles.
Por eso su producción escapa a categorizaciones; es autor, como decíamos, de acuarelas, letreros luminosos de neón, instalaciones de sonido, pasillos de vídeo… con nexos comunes en su temática: esa exploración de la conducta humana, de nuestro comportamiento ante la angustia, de la sociedad de masas y la fenomenología.
Sus acciones buscan suscitar en el espectador reacciones tan físicas como emocionales, a partir de la creación de cacofonías de imagen y sonido y sobre todo de la generación de situaciones constantemente en proceso en las que el público es necesariamente sujeto activo y desafiado; acercaos a Para niños (2010) o Tortura de payaso (1987).
En cuanto a las imágenes, rechazó el empleo de estas como medio narrativo a favor de su cariz documental (lo vemos en las fotografías presentes en la muestra, datadas en los sesenta y 1970) y en sus vídeos, porque inicialmente filmó películas pero muy pronto empleó está técnica como soporte (Flesh to White to Black to Flesh, Violín afinado en re-mi-la-re) o como parte de sus esculturas sonoras o sus instalaciones arquitectónicas.
Otra constante en la producción de Nauman es la ironía, patente de forma muy clara en sus juegos de palabras pero también en los mimbres de las relaciones que buscaba establecer entre observador, espacio y obras, unos vínculos que iban mucho más allá de lo acostumbrado y que apuntaban directamente a nuestra capacidad de atención. En esta exhibición, comisariada por José Lebrero y Eugen Blume, también se ha querido lograrlo: no solo ocupa las salas destinadas habitualmente a exposiciones temporales, sino que una decena de trabajos pueden verse en otros espacios, zonas de paso incluidas, y en el patio interior se nos invita a ser partícipes de Body Pressure: estudiantes del Conservatorio profesional de danza Pepa Flores incentivarán la interacción del público cada mañana de lunes a sábado, a eso de las doce.
Entre las piezas más destacadas de la muestra malagueña podemos citar, también, El verdadero artista ayuda al mundo revelando verdades místicas, neón que parece contradecir, con su habitual sarcasmo, su continuo cuestionamiento del rol del creador, demandando al que lee que valide o no esa afirmación; Posiciones de pared o de suelo, una de las películas de estudio en las que el artista se autoimponía tareas a las que no estaba acostumbrado (en este caso, repetir una secuencia de veintiocho posturas diferentes entre el suelo y la pared) o Sin título (Círculo de manos), centrada en sus herramientas básicas para esculpir: precisamente las manos. Esta obra data de 1996, pero ya en los sesenta había dedicado Nauman varios vaciados en cera a su propio cuerpo, bajo el título conjunto del juego de palabras From Hand to mouth, que en español podemos traducir como con una mano delante y otra detrás. Sus mensajes quedan abiertos a interpretaciones.
No falta tampoco en el Museo Picasso Crudo guerra, nuevo juego de palabras entre war y raw en el que se manejan dos conceptos bien distintos: el más vulgar que liga guerra y crudeza y el intelectual que implica que la segunda conduce a la primera, o Cuatro pares de cabezas, instalación en la que estas aparecen colgadas siniestramente a la altura de nuestros ojos, anónimas, sin cuerpo ni relación entre ellas o con el espectador.
Hay que subrayar, además, que “Estancias, cuerpos, palabras” se acompaña de la publicación en español de Por favor, preste atención, por favor: palabras de Bruce Nauman. Escritos y entrevistas, una recopilación muy significativa de sus escasos textos, dado que el artista se ha abstenido (como era de esperar) de ponérnoslo fácil y no ha vertebrado un discurso teórico propio verbalmente.
Bruce Nauman. “Estancias, cuerpos, palabras”
Palacio de Buenavista
c/ San Agustín, 8
Málaga
Del 18 de junio al 1 de septiembre de 2019
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