Si la naturaleza y el Mediterráneo forman parte indisociable de la obra de Barceló, las creaciones del artista lo son de los bordados de su madre, Francisca Artigues, porque, cuando el arte se adentra en la esfera íntima de su autor, puede también convertirse en banquete compartido para quienes forman parte de su cotidianidad. Y en este caso la premisa es cierta en una doble dirección: Artigues fue creadora antes que su hijo.
La madre de 92 años de Barceló lleva cerca de dos décadas dedicando horas por decenas a bordar los dibujos que el artista previamente ha realizado sobre telas de lino y algodón, tejidos artesanos (y domésticos) que bien conoce ella. Y ahora los trabajos de ambos (trece bordados de gran formato de Francisca, algunos sobre cortinas, manteles y colchas, y treinta acuarelas originales de él, en algún caso retratos de la madre) se exhiben en el Real Jardín Botánico de Madrid, en una muestra llamada “Vivarium” que difícilmente puede tener mejor escenario que cualquier jardín, porque está plagada de arbustos y flores; también de peces, reptiles y continuas referencias al universo mediterráneo en el que madre e hijo, nacidos en Felanitx, se sienten enraizados.
El título de la exposición procede del de una de las piezas: un bordado de casi cuatro metros y medio por dos y medio en el que ambos trabajaron durante más de dos años y que contiene un mundo de motivos animales y vegetales, prácticamente la representación del paraíso, uno familiarmente compartido y cercano.
La muestra conjuga, evidentemente, amor y arte, por eso la mayoría de las obras que la conforman son cubrecamas, manteles, cortinas o servilletas intervenidas, pero Vivarium es un tapiz destinado, desde el principio, a colgarse en la pared, y como su nombre indica, contiene un cosmos que comenzó a gestarse a partir de manchas azules y verdes que fueron enlazándose entre sí. Según Barceló explica, es como un contenedor de cosas vivas. Todo está vivo, se transforma, crece, como si fuese una planta de patatas que salen todas de allí. Dragones, nenúfares y extraterrestres, incluso objetos, una cosa en crecimiento constante. Transmite casi tanta vida como su figura materna: Francisca ha recorrido, hilo a hilo, los trazos de los dibujos de Miquel: sus tiburones, pulpos y peces espada; una intimidad natural, marina y selvática que se entreteje con la familiar y que se nutrió, al paso de los lápices y las agujas, con una fauna de seres fantásticos cada vez más amplia y con primitivos instrumentos humanos, como cuchillos y hachas de los que nuestros ancestros se valieron para doblegar esa exuberancia.
Las obras que forman parte de “Vivarium” transmiten el carácter experimental y enérgico, telúrico, del conjunto de la obra del mallorquín, quien ha explicado más de una vez que fue su madre (quien también pintó durante un tiempo óleos, acuarelas y pintura abstracta) la que lo alentó a desarrollar su trayectoria creativa. De su mano, y en el entorno natural de Mallorca, aprendió a apreciar el mar y a tomar los animales y la naturaleza misma como fuente de inspiración, bajo la influencia también de Miró.
No es la primera vez que los bordados de Artigues –que continúa cosiendo– ven la luz pública: en 2014 ya pudieron verse en la ciudad suiza de Sankt Gallen, en una muestra también llamada “Vivarium”. La del Jardín Botánico se acompaña de un libro, con ese mismo título, en el que podemos ver medio centenar de imágenes de Jean Marie del Moral sobre el proceso creativo de ambos y algún texto de quien los conoce bien, como el irlandés Colm Toibin: En la versión que su hijo tiene del mundo, ella ve su propia sombra, como si sus ojos y sus propias manos y su propio cuerpo y la mente que la acompaña en la vida se hubieran salido de ella, se hubieran exiliado de ella a otro reino en el que, con inmensa seguridad y una impresionante amplitud de miras, ambos producen imágenes y trabajan con pintura y arcilla, o simplemente sueñan con lo que podría ser la existencia.
“Vivarium: Bordados de Francisca Artigues sobre dibujos de Miquel Barceló”
Plaza de Murillo, 2
Madrid
Del 22 de septiembre de 2018 al 6 de enero de 2019
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