Sus maestros son tres mediocres pintores en Amberes: Verhaecht, van Noort y van Veen. El último inspira a su discípulo el deseo de ir a Italia, viaje que realiza en 1600. Aquí se establece hasta 1608 y forma gran parte de su estilo, siendo los centros más importantes donde desarrolla su actividad Génova, ciudad en la que realiza grandes retratos que más tarde inspiran a Van Eyck, y Roma donde encuentra la base de su estilo grandioso gracias al arte clásico, los grandes maestros del Renacimiento y a Annibale Carracci. Hacia 1609 regresa a Amberes y se convierte en pintor de corte del archiduque Alberto y su esposa Isabel, afianzando rápidamente su reputación como uno de los grandes pintores barrocos en el norte de Europa. Por aquel tiempo empieza a colaborar con artistas establecidos como Brueghel, Van Dyck y Jordaens, retocando, incluso, cuadros de sus discípulos. Destaca su producción por la variedad de ámbitos que abarca, siendo su producción tan grande que es difícil calcularla. Son muchos los monarcas que solicitan sus servicios, incluyendo a Felipe IV de España, quien le encarga cuadros mitológicos para su pabellón de caza, la Torre de la Parada, y cuyas visitas influyen notablemente en la producción de Velázquez. Se sabe hoy que Delacroix, Renoir y Watteau, fueron algunos de sus mayores admiradores. El juicio de Paris (1639) y Las tres Gracias, son ejemplo de su maestría y pueden ser observadas en el Museo del Prado de Madrid.