Se forma en la Academia de Toulouse, viajando a París en 1796 donde es condiscípulo de Gros en el taller de David. De 1801 a 1807, realiza sus primeros retratos, clasificables en dos grupos: retratos de sí mismo y de sus amigos que destacan por sus líneas caligráficas y sus expresivos contornos, rasgo esencial de su pintura durante toda su vida, y los retratos de adinerados clientes caracterizados por la pureza de línea y una textura de color similar al esmalte. Entre 1806 y 1824 vive en Florencia y Roma, donde empieza a pintar bañistas, tema predilecto a lo largo de su carrera. Aunque regresa a Francia durante un tiempo, en 1835 le llaman de la Academia de Roma para ejercer de profesor hasta 1841, año en el que vuelve a Francia como defensor de los valores tradicionales del arte. La armonía, las composiciones atrevidas y un tratamiento cuidadoso de las superficies, son características esenciales de su pintura. Como representante del clasicismo tardío, Ingres es rival de Delacroix, quien se opuso a ese arte oficial, comprometido con la tradición académica. La gran odalisca (1814) y La gran bañista (1808), ambas en el Louvre, se encuentran entre sus obras más importantes. Sus líneas caligráficas son admiradas posteriormente, por artistas como Degas y Pisarro.