Hijo de banquero, su familia se establece en Málaga en 1935. Inicia su formación en España con el pintor miniaturista Luis de la Cruz y Ríos y la completa en Bruselas donde regresa en 1850- con el pintor Joseph Quineaux. Durante estos años viaja por Europa y se familiariza con el realismo. Regresa a España en 1855 y logra la cátedra de paisaje de la Real Academia de Bellas Artes San Fernando dos años después. Por sus aulas desfilan varias generaciones de paisajistas españoles, algunos tan sobresalientes como Darío de Regoyos, Aureliano Beruete o Jaime Morera. De Haes les inculca el amor al plein air y cierta inquietud científica que conecta con el espíritu regeneracionista de la Institución Libre de Enseñanza. Aunque sin alcanzar la radicalidad de los pintores de la Escuela de Barbizón -ya que confía todavía buena parte del proceso creador al trabajo de estudio-, su técnica y su actitud ante la naturaleza suponen un soplo de aire fresco en el anquilosado ambiente del academicismo español. Si sus primeras obras muestran todavía resabios del paisajismo romántico con el tiempo evoluciona hacia un realismo más inmediato, de luz límpida y colores brillantes. Entre sus temas predilectos destacan el paisaje de montaña y la geografía del norte peninsular, más cercana a la sensibilidad jugosa y umbría de su tierra natal. En 1860 es nombrado Académico de Mérito de la RASF y un año después influye para que se modernice las pruebas de selección de los aspirantes a pensionarios al conceder a los apuntes del natural una mayor importancia.