Aprende el oficio de orfebre con su padre y en 1486, entra en el taller del pintor e ilustrador de libros M. Wolgemut, de quien aprende el arte de la xilografía y le pone en contacto con las pinturas de M. Schongauer. En su formación son decisivos los viajes realizados a Italia en 1494 y a Flandes hacia 1506 y 1520. Estudia a fondo a los artistas italianos interesándose por la perspectiva, la belleza ideal, la proporción y la armonía. Aporta gran tensión dramática a sus piezas, no sólo como resultado del estudio de los grabados de Mantegna, sino como expresión de su participación en la vida espiritual de la época, mientras que su admiración por Giovanni Bellini le hacen acentuar su sentido del color. Se convierte así en el lazo de unión más importante entre el arte del sur y del norte de Europa, sentando las bases para el desarrollo del alto renacimiento en Alemania. Su obra gráfica se convierte en vehículo de transmisión de ideas estéticas a su muerte y contribuye a la difusión de varias de sus obras y modelos. Entre sus obras más importantes encontramos su Autorretrato(1498) y su Adán y Eva (1507), todos en el Museo Nacional del Prado de Madrid.