Colabora en el taller de Giovanni Bellini y le ayuda en la decoración del palacio ducal, advirtiéndose también en él la huella de Antonello da Messina. En sus obras combina elementos copiados de la realidad con hechos legendarios y con descubrimientos propios. Su forma aditiva de narrar, está enriquecida con novedades como la perspectiva completa y un ambiente pleno de luz. Realiza grandes ciclos de pintura, Escenas de la vida de Santa Úrsula, (ca. 1490) en las que muestra su gusto por lo anecdótico y su percepción detallista del abigarrado escenario veneciano, que anticipa las composiciones dieciochescas de Canaletto y Guardi.