Es uno de los representantes más destacados del barroco español. Estudia pintura en Sevilla con Francisco Pacheco, donde debe coincidir con Velázquez, y escultura con Martínez Montañés de 1614 a 1638; en este último año se traslada a Madrid llamado por el Conde -Duque de Olivares para convertirse en su pintor y ayudante de cámara. Siguiendo órdenes de Felipe IV restaura las pinturas de las colecciones regias, lo que le permite entrar en contacto con los maestros venecianos del siglo XVI. Presenta, a partir de ese momento, una técnica mucho más blanda y alejada de los fuertes contrastes lumínicos de su obra temprana. Su muestra pictórica denota un interés obsesivo por el equilibrio compositivo y por la belleza formal. A partir de 1652 trabaja en Granada, ciudad que facilita el progreso de su carrera en torno a la Catedral. Su obra escultórica se caracteriza por el uso de esquemas compositivos ovales y fusiformes, por la utilización de todo tipo de materiales y por pintar generalmente, él mismo las figuras. Durante un primer periodo, abundan las representaciones de la “Inmaculada Concepción” y en su última etapa, obras de pequeño tamaño y gran delicadeza de pliegues. Como arquitecto ejerce una influencia decisiva en lo que a ornamentación y libre empleo de los órdenes clásicos se refiere. Su obra más importante es la fachada de la Catedral de Granada.