No sólo Land Art: el arte y la tierra que pisamos

El Guggenheim Bilbao revisa los lazos de la creación contemporánea y el suelo

Bilbao,

Salen a los desiertos y los mares. Allí donde la soledad es mayor, allí se entregan a los juegos con los elementos. Solo la cámara registra lo que hacen. El viento arrastra casi de inmediato sus efímeras creaciones, cuando no se ven cubiertas por las aguas. Y cuando encuentran la protección de los museos, tales obras (que constantemente precisan renovación y mantenimiento) no son sino la celebración de la transitoriedad. Una nueva mitificación de la naturaleza se ha posado sobre las artes plásticas.

Con esa sorpresa recibió en 1969 el crítico John Anthony Thwaites el pase en televisión del filme Land Art, dedicado a los inicios de este movimiento y grabado por iniciativa de Gerry Schum. En él se mostraban obras, entre otros, de Michael HeizerRichard LongWalter de MariaDennis Oppenheim y Robert Smithson, todos ellos proyectos pensados sólo para ser enseñados en pantalla mientras durase la emisión, y desplegados en lugares remotos. Para aquellos creadores y en esa fecha, el paisaje no era ya un objeto de descripción artística, sino un material plástico.

Algunos de esos autores forman parte, hasta el próximo mayo en el Museo Guggenheim Bilbao, de la muestra “Artes de la Tierra”, que ha sido comisariada por Manuel Cirauqui y que explora la diversidad de caminos a través de los que ese suelo que pisamos se ha hecho presente en las artes plásticas, desde mediados del siglo XX hasta hoy y trascendiendo en mucho el land art.

Contemplaremos esculturas, instalaciones, dibujos y material documental de performances, así como maquetas arquitectónicas, obras de diseño o artesanía que pondrán de manifiesto cómo, al margen de corrientes, tierra, hojas o ramas se han consolidado como materia prima artística sin dejar de evocar la naturaleza, en la que, en muchos casos, los artistas han buscado insertar sus propuestas.

Son más de cuarenta los autores aquí reunidos, de Joseph Beuys y Giovanni Anselmo a Héctor Zamora o Meg Webster; figuras de orígenes, inquietudes y generaciones diversas que desearon imbricar sus procesos de trabajo con las energías propias de los ecosistemas y, sobre todo, con el propio suelo como matriz viva, fértil y sensible en todas las geografías.

Además de creaciones vinculadas al land art, el arte povera o la creación conceptual, veremos en el Guggenheim artefactos llevados a cabo con tierra, madera, hojas, raíces y plantas que no admiten etiquetas y que subrayan la universalidad de la mirada al medio ambiente como don, como fuente de riqueza biológica, mineral y orgánica y también como espacio a preservar y reparar. En último término, algunas de las composiciones en Bilbao emparejan la cultura y la agricultura, recordando sus raíces comunes (incluso etimológicas).

Joseph Beuys. Sin título. Cortesía de Galerie Thaddaeus Ropac, London, Paris, Salzburg, Milan, Seoul © Estate of Joseph Beuys / VEGAP, Bilbao, 2025
Joseph Beuys. Sin título. Cortesía de Galerie Thaddaeus Ropac, London, Paris, Salzburg, Milan, Seoul © Estate of Joseph Beuys / VEGAP, Bilbao, 2025

La exposición no se estructura atendiendo a más orden (ni cronológico ni temático) que el que las piezas tejen entre sí y su discurso curatorial se ha gestado a partir de conversaciones y de la observancia de conexiones. El recorrido arranca, eso sí, con el reconocimiento a los artistas que intuyeron la importancia de lo natural en el arte del siglo XX: contemplaremos trabajos Jean Dubuffet, collages sutiles de Joseph Beuys o pinturas sobre corteza de árbol de la australiana Jimmy Lipundja, artista de la nación Milingimbi que dio cabida en ellas a visiones míticas y ligadas a su pueblo.

Entrados los años setenta y ochenta ganaron peso las mencionadas obras efímeras en el paisaje, como las de la rumana Ana Lupas, la catalana Fina Miralles (reciente Premio Nacional) o la cubana Ana Mendieta, que confluyen en el Guggenheim con esculturas antimonumentales realizadas con arena, sustrato o paja, como las de la estadounidense Meg Webster o el italiano Givanni Anselmo.

Giovanni Anselmo. Mientras la tierra se orienta (Mentre la terra si orienta), 1967/2007. Castello di Rivoli Museo d'Arte Contemporanea, Rivoli-Torino in comodato da Fondazione per l'Arte Moderna e Contemporanea CRT © Giovanni Anselmo, Bilbao 2025 Foto: Paolo Pellion
Giovanni Anselmo. Mientras la tierra se orienta (Mentre la terra si orienta), 1967-2007. Castello di Rivoli Museo d’Arte Contemporanea, Rivoli-Torino in comodato da Fondazione per l’Arte Moderna e Contemporanea CRT © Giovanni Anselmo, Bilbao 2025. Fotografía: Paolo Pellion

Avanzando en el tiempo, se invita a la naturaleza a modificar el espacio arquitectónico -así lo hace la colombiana Delcy Morelos, en una obra específica para la galería 206, convertida en uno de los enclaves telúricos de la exposición, sometido a condiciones adecuadas de luz, temperatura y humedad-.

Ocurre lo mismo en la sala 207, donde saldrán a nuestro paso las esculturas vivas del autor conceptual Hans Haacke, las “cajas de Ward” de la artista alemana Isa Melscheimer y la instalación Root Sequence (copse) de Asad Raza, un creador pakistaní-americano que ha reunido veintiséis árboles de diversas especies locales que serán replantadas en el País Vasco cuando finalice esta exhibición.

Hans Haacke. Crecimiento dirigido (Directed Growth), 1970-1972. Cortesía del artista y Paula Cooper Gallery, Nueva York © Hans Haacke, VEGAP, Bilbao, 2025
Hans Haacke. Crecimiento dirigido (Directed Growth), 1970-1972. Cortesía del artista y Paula Cooper Gallery, Nueva York © Hans Haacke, VEGAP, Bilbao, 2025

Veremos, igualmente, declinaciones del trabajo con tierra en sus diversos estados y composiciones: barro, arena y sus mezclas con elementos naturales e industriales. Es el caso de los dispositivos híbridos entre el barro, el cemento o el metal del ghanés Frederick Okai o el mexicano Héctor Zamora; los experimentos con composiciones de suelo extraterrestre del ecuatoriano Oscar Santillán; o las esculturas de adobe, tan ligado a nuestra vivienda tradicional, del argentino Gabriel Chaile, quien ha diseñado, además, un gran mural a carboncillo sobre las paredes del centro. En ocasiones los materiales utilizados proceden de las inmediaciones de Bilbao: Mar de Dios ha empleado cerámicas realizadas con lodos vizcaínos y David Bestué, en sus trabajos modulares, limo de la ría del Nervión.

Patricia Dauder y Jorge Satorre han planteado sus piezas a partir de los procesos de descomposición o alteración de cuerpos escultóricos en el subsuelo, mientras otros autores han recurrido a textiles de origen animal o vegetal: los paisajes abstractos de Asunción Molinos Gordo nacen de la conjunción de lanas de todas las razas de oveja de la Península Ibérica- suya es también una instalación de nidos de golondrina distribuida por la exposición-; Susana Mejía ha analizado los tonos de la biodiversidad amazónica; y Claudia Alarcón ha trabajado en sus obras junto a las mujeres wichí del Gran Chaco argentino.

Jorge Satorre. Nunca podría olvidar la manera en que me dijiste todo sin decirme nada (relieves), 2021. Cortesía de CarrerasMugica © Jorge Satorre, Bilbao 2025
Jorge Satorre. Nunca podría olvidar la manera en que me dijiste todo sin decirme nada (relieves), 2021. Cortesía de CarrerasMugica © Jorge Satorre, Bilbao 2025
Asunción Molinos Gordo. Los antiguos, 2024. Cortesía de la artista y Travesía Cuatro, Madrid © Asunción Molinos Gordo, Bilbao 2025
Asunción Molinos Gordo. Los antiguos, 2024. Cortesía de la artista y Travesía Cuatro, Madrid © Asunción Molinos Gordo, Bilbao 2025

Por último, “Artes de la tierra” se ocupa de las transformaciones ocasionadas por la mano humana sobre el suelo que ha sido germen de muchas piezas anteriores. Conoceremos a Mel Chin, primer artista en haber realizado una intervención con fines de fitorremediación, titulada Revival Field, en el paisaje de Estados Unidos; y a la sudafricana Sumayya Vally, que en Grains of Paradise recrea la historia migratoria de las semillas entre los territorios colonizados y sus metrópolis europeas.

El estudio de las prácticas de mantenimiento del biotopo en el Amazonas es la base de las propuestas del brasileño Paulo Tavares, con ecos en las del colectivo español Inland/Campo Adentro. Y en el Guggenheim el compostaje de objetos culturales en el terreno manejado por Claire Pentecost y Asier Mendizabal es confrontado con las reflexiones sobre la convivencia de simbolismo y funcionalidad de Dennis Oppenheim, los ensayos de ingeniería experimental de Tomás Saraceno y los experimentos constructivos, sostenibles y apegados al terreno, de la Escuela de Arquitectura de Talca, en Chile.

Cierran el recorrido, abierto al debate en torno a la posibilidad de un futuro verdaderamente respetuoso con el suelo y sus frutos, árboles tallados dentro de grandes troncos de Giuseppe Penone y propuestas de Agustín Ibarrola asociadas s sus inquietudes ecológicas. Lo frágil converge con lo esencial  originario en creaciones abstractas de Michele Stuart, María Cueto o Richard Long, y el volumen con el silencio en los trabajos de Solange Pessoa, Gabriel Orozco o Daniel Steegmann Mangrané.

Para reducir, justamente, el impacto de esta exposición en el medio natural, el Guggenheim ha recurrido a materiales compostables o reciclados en su mobiliario y museografía; se ha prescindido de transportes aéreos de las obras y de la construcción de cajas rígidas.

Agustín Ibarrola. Sin título. Herederos de Agustín Ibarrola. Cortesía Galería José de la Mano © Agustín Ibarrola, VEGAP, Bilbao 2025
Agustín Ibarrola. Sin título. Herederos de Agustín Ibarrola. Cortesía Galería José de la Mano © Agustín Ibarrola, VEGAP, Bilbao 2025

 

Gabriel Orozco. Roiseau 6, 2012. Cortesía del artista y Galerie Chantal Crousel, Paris © Gabriel Orozco, Bilbao 2025 Fotografía: Florian Kleinefenn
Gabriel Orozco. Roiseau 6, 2012. Cortesía del artista y Galerie Chantal Crousel, Paris © Gabriel Orozco, Bilbao 2025 Fotografía: Florian Kleinefenn

 

 

“Artes de la Tierra”

MUSEO GUGGENHEIM BILBAO

Avenida Abandoibarra, 2

Bilbao

Del 5 de diciembre de 2025 al 3 de mayo de 2026

 

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