Esta tarde se inaugura en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga “Tríptico de Málaga”, una muestra diseñada específicamente por Abraham Lacalle para el espacio central de este museo y compuesta por tres pinturas de gran formato y diecisiete dibujos con una temática común: los campos de batalla, en referencia no sólo a conflictos bélicos, también a nuestras disputas internas y personales, derivadas de nuestra relación con el entorno. Las alusiones a estas batallas sirven a Lacalle para hacer referencia a determinados asuntos sociales de hoy, como la saturación de imágenes en los medios de comunicación y la banalización del tratamiento en ellos de determinados temas nada simples.
Como es habitual en su producción, se sirve de una paleta muy rica de colores planos y primarios e introduce en ocasiones elementos autobiográficos que añaden a estos trabajos toques de ironía o sarcasmo.
El primero de los grandes lienzos que componen este tríptico malagueño es Un iconoclasta anda suelto (2014), que propone un relato que comienza con un paisaje desértico, quizá agrícola en el pasado pero ahora abandonado. Junto a él vemos una suerte de habitación ruinosa, quizá el estudio del propio artista, invadido por vegetación. Como elemento más llamativo y de humor vemos un ovni, entremezclado en la pieza con la característica habilidad acumulativa, o combinatoria, del autor.
El segundo, Atocha (2014), se dedica a una selva en la que aparecen un soldado y un animal salvaje. El conjunto desprende armonía, quebrantada por el cañonazo de un tanque en el centro de la imagen. El tercer lienzo lleva por título Bostezo (2014): se trata de una composición apocalíptica en la que contemplamos un terreno que aparece bombardeado tras una batalla. El color del cielo, los árboles destrozados y una figura humana caída en el enfrentamiento nos hablan de los restos de la batalla.
COLOR Y HUMOR
Abraham Lacalle, nacido en Almería en 1962, se dio a conocer en los ochenta, obtuvo en 1994 una beca de la Casa de Velázquez y desde entonces ha manejado distintas temáticas (con especial presencia de los movimientos artísticos y literarios del siglo pasado satirizados), cada vez más relacionadas con el estado psíquico de la sociedad actual, en su opinión marcada por el hedonismo y la inacción.
Para Lacalle, la pintura es una herramienta para canalizar ilusiones, ambiciones o indignaciones, un vehículo de comunicación social con el que llamar nuestra atención y tratar de hallar cierta liberación.
No podemos enmarcar sus trabajos en un estilo definido, pues se mueve entre lo figurativo a lo abstracto, pero su sello personal lo encontramos en el uso del color, de tonalidades llamativas que confieren profundidad y carga vital a sus obras. Los lienzos del andaluz no parecen finalizar en los márgenes físicos del cuadro, nos da la sensación de que sus historias continúan más allá de lo que puede apreciarse en el primer golpe de vista, otorgando al espectador un papel activo, aunque inevitablemente, añadimos, placentero.
Habitual de la Galería Marlborough, Lacalle habla así de sus pinturas: todos los elementos que integran los cuadros, ya sean apropiaciones o no, resuenan como partes indispensables de mi relación con el exterior. Esta relación la he establecido con un marcado acento humorístico, lúdico e irónico.
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