Sobre la vida y el arte de Goya

Francisco de Goya. Joven estirándose la media. Álbum de Sanlúcar o Álbum A, j, 1794-1795 Francisco de Goya. Joven estirándose la media. Álbum de Sanlúcar o Álbum A, j, 1794-1795

Ayer comenzó en el Museo del Prado el ciclo de conferencias sobre el pintor que acompañará a la Cátedra dirigida por Manuela Mena

Madrid, 18/10/2013


MUSEO NACIONAL DEL PRADO

Paseo del Prado, s/n
28014 Madrid

Manuela Mena, Jefe del Área de Conservación de Pintura del s XVIII y Goya del Museo del Prado, impartió ayer en la pinacoteca la primera conferencia del ciclo “Sobre la vida y el arte de Goya”, que acompañará a la celebración de la Cátedra organizada por el Centro de Estudios del museo, con sede en el Casón del Buen Retiro y centrada en los estudios y el trabajo que, sobre la figura del pintor zaragozano, se han llevado a cabo en las últimas dos décadas en el Prado.

Goya es el artista mejor representado en la colecciones de este centro, que alberga más de mil de sus obras, entre pinturas, dibujos, estampas y documentos esenciales, la colección más completa del mundo sobre el maestro aragonés, al corresponder a más de la mitad de su producción.

En los últimos veinte años, el Prado ha estudiado un número considerable de estas obras, coincidiendo con las restauraciones efectuadas o mediante la documentación en detalle del Gabinete de Documentación Técnica. Todo este material ha determinado un avance fundamental para el mejor conocimiento del genio de Fuendetodos.

Francisco de Goya. María Teresa de Vallabriga, 1783   Francisco de Goya. Gaspar Melchor de Jovellanos, 1798

Francisco de Goya. María Teresa de Vallabriga, 1783

Francisco de Goya. Gaspar Melchor de Jovellanos, 1798

En relación con las polémicas surgidas en torno a las desatribuciones de obras al pintor, el Presidente del Patronato del Museo confió ayer en esta conferencia inaugural en que, cuando finalice la Cátedra en noviembre, no cuente el Prado con menos goyas en sus fondos; Mena espera que pueda haber más.

En palabras de la conservadora, el propósito de este curso será, parafraseando al propio Goya en alusión a la sociedad de su tiempo, destrozar extravagancias y desaciertos sobre el artista nacidos de la costumbre, la ignorancia y la dejadez aunque, como ella misma reconoció, con ciertas creencias muy extendidas es casi imposible luchar (ya Ortega y Gasset habló sobre la tenaz leyenda surgida en torno a Goya pese a las precisiones científicas que la desmentía y que ya en su tiempo levantaban polémica constante).

Mena recordó la entrada en el Prado en 1819 de las tres primeras obras de Goya en incorporarse a los fondos del museo procedentes de las Colecciones Reales y la breve autobiografía que el pintor realizó un año antes de su muerte, sus cartas a Martín Zapater y comentarios a los Caprichos que son fuentes esenciales para el conocimiento de su producción.

Francisco de Goya. Alegoría de la Prudencia. Apunte de bóvido. Anotaciones sobre el número de pontífices y lista de materiales, hacia 1771

Francisco de Goya. Alegoría de la Prudencia. Apunte de bóvido. Anotaciones sobre el número de pontífices y lista de materiales, hacia 1771

En un recorrido por los hitos de su trayectoria, repasó como el pintor abandonó Zaragoza en 1763 (en su localidad natal de Fuendetodos sólo vivió su primer mes de vida y fue Zuloaga el gran responsable de que asociemos este pueblo al artista), en 1769 cambió Madrid por Roma y dos años después regresó a España para establecerse un breve periodo en Zaragoza y de nuevo en Madrid. Ya en la capital, en 1775, escribió Goya a Mengs sin éxito para pedirle ayuda con el fin de estudiar con él en Roma, junto a Winckelmann y Azara y después llegó su traslado a la comercial Burdeos.

Entre viaje y viaje (los traslados nunca fatigaron a Goya), fue nombrado académico de mérito de la Academia de San Fernando, teniente director de Pintura de esta institución y pintor del rey.

Diversos testimonios lo describen como violento, libertario y enfrentado con el poder; y en sus autorretratos no se representa como un noble, sino que se alinea junto a los intelectuales de su tiempo, como Jovellanos, cuyo célebre retrato le daría la pauta para sus Caprichos. Se sabe que mostraba comprensión hacia los errores del prójimo, nunca hacia los desmanes de los poderosos, y que, como muchos artistas actuales, recibió críticas por su “mercantilismo”, su afán de progreso personal y artístico.

Goya definió la pintura como una sagrada ciencia que exige enorme estudio para discernir lo que es bueno y lo que no y pintó a los reyes con rostros y actitudes semejantes a los de plebeyos y a los plebeyos con ademanes de nobles, sin intención crítica y desde la voluntad de llevar al lienzo la realidad palpable.

Delacroix y Manet lo admiraron y con ellos comenzó su fama internacional.

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