Donde nada es trivial: René-Jacques por descubrir

El Jeu de Paume le dedica una retrospectiva en Tours

Tours,

Veinticinco años después de la última exposición que se le dedicó a René-Jacques, el Jeu de Paume está presentado en el Château de Tours una extensa antología del fotógrafo titulada “L’élégance des formes”, en la que busca dar a conocer su figura y su legado entre las nuevas generaciones.

Formado en Derecho, como más de un compatriota impresionista que después dejó las leyes para tomar los pinceles, Jacques optó pronto por elegir el camino artístico y satisfacer su pasión fotográfica. Nacido en 1908 como René Giton, inició su periplo con la cámara en la década de los treinta y se convirtió en una figura fundamental de la fotografía en la Francia de posguerra. Muy pronto abrazó todas las posibilidades de empleo en el medio, siendo reportero para L’Intransigeant, ilustrador para la editorial Grasset e incluso fotógrafo industrial para Renault.

Consciente de las dificultades de su profesión a la hora de hacer valer derechos y ver reconocido el talento, Jacques, como antes François Kollar o después Jean Dieuzaide, participó en diversos colectivos que impulsaron el desarrollo de la fotografía en el país vecino en aquel momento, como Le Rectangle, cuyo líder fue Emmanuel Sougez o, desde 1946, el Groupe des XV, en el que tomó contacto con Daniel Masclet, Willy Ronis, Robert Doisneau o el que sería su buen amigo Marcel Bovis. Participó en diversas muestras junto a estos grupos, presidió la junta directiva de Spadem, Sociedad para la propiedad artística de diseños y modelos, y también encabezó un sindicato de fotografía publicitaria y representó a sus colegas en la Comisión Nacional de Sitios.

René-Jacques. La main et les dés, 1928. © ministère de la Culture /Médiathèque de l’architecture et du patrimoine / Donation René-Jacques
René-Jacques. La main et les dés, 1928. © ministère de la Culture /Médiathèque de l’architecture et du patrimoine / Donation René-Jacques
René-Jacques. Place de l'Europe, 1945. © ministère de la Culture / Médiathèque de l’architecture et du patrimoine / Donation René-Jacques
René-Jacques. Place de l’Europe, 1945. © ministère de la Culture / Médiathèque de l’architecture et du patrimoine / Donation René-Jacques
René-Jacques. L'homme de la nuit, sur le tournage du film Remorques de Jean Grémillon, 1939. © ministère de la Culture / Médiathèque de l’architecture et du patrimoine /Donation René-Jacques
René-Jacques. L’homme de la nuit, sur le tournage du film Remorques de Jean Grémillon, 1939. © ministère de la Culture / Médiathèque de l’architecture et du patrimoine /Donation René-Jacques

Nada es trivial en sus imágenes: cada una de ellas parte de las anteriores y, en algún caso, de textos literarios, como los de Carco y Montherlant: traducía las atmósferas de sus relatos y evocaba mediante formas sus mensajes huyendo, eso sí, de la literalidad y captando mediante planos medios a las clases populares, sin entrar en su intimidad. Del mismo modo, sus luces y sombras y sus juegos de reflejos, muy presentes en bodegones industriales, nacen de sus investigaciones primeras y también de su experiencia como iluminador en platós de cine. Para René-Jacques, siempre profesional exigente, responder a las solicitudes de sus clientes significaba ofrecer mucho más que imágenes técnicamente perfectas: fotografías con alma y una visión renovada de paisajes, monumentos u objetos fabricados.

En 1991, consciente de la riqueza y relevancia de su propio trabajo, lo donó al Estado y hoy forma parte de los fondos de la Médiathèque de l’architecture et du patrimoine (MAP), donde se conservan sus negativos, un conjunto de 20.000 fotografías, publicaciones y correspondencia profesional. Con esta institución ha organizado el Jeu de Paume esta exhibición, comisariada por Matthieu Rivallin y estructurada en ocho secciones temáticas que comienzan por un repaso a sus primeras fotos, las tomadas entre 1927 y 1935.

René-Jacques no nació en la actual Francia sino en Camboya, donde su padre era administrador colonial, y no descubrió la metrópoli hasta 1917, cuando su familia se trasladó a Royan (Charente-Maritime). Aunque confesó no haber leído en su juventud revistas especializadas, sus primeros trabajos están imbuidos de la vanguardia fotográfica de los veinte y marcarían las bases de su futura trayectoria. Era ya sensible a los efectos de extrañeza que podían generar las sombras, pero rechazaba artificios, por eso no cayó en la sobreimpresión o la solarización.

De aquella adolescencia data su muy duradera fascinación por el mar: por las sombras de los bañistas, la arena de las playas, la luz del sol poniente que se reflejaba en las olas.

Sería en 1931 cuando adquirió una Leica y publicó sus primeras fotografías, tras una breve incursión en la literatura; en 1932, convertiría París en su gran fuente de inspiración y comenzó a firmar sus obras con el pseudónimo por el que hoy lo conocemos. Años después se introduciría en los citados platós cinematográficos: uno de los primeros filmes con los que colaboró fue Remorques (1939), de Jean Grémillon, sobre la historia de amor entre un piloto remolcador (Jean Gabin) y la esposa del capitán de un buque de carga destrozado (Michèle Morgan). Jacques exigió entonces libertad total a la hora de elegir encuadres y temas, poder fotografiar las bambalinas y también poder tomar imágenes para él. En aquel set realizaría 250 fotografías en las que las estrellas (sobre todo un molesto Gabin) eran lo de menos, por eso el artista prefirió renunciar. Pero su labor allí no sería en vano: en 1946 tuvo que ilustrar el texto de Édouard Peisson La mer est un pays secret, de Éditions Grasset, con 65 fotografías y eligió servirse de una recopilación de las tomadas para Remorques.

Otra de las secciones de la muestra se centra en su fotografía industrial, campo en el que también se sumergieron Doisneau, Willy Ronis y Jean-Pierre Sudre, tras alcanzar reputación como fotógrafos artísticos. En su encargo para Renault, se fijó más en el ballet que componían los cuerpos en la línea de montaje o en el lado poético de las piezas que componían los vehículos que en el sudor de los trabajadores: no quiso ilustrar a los hombres en su esfuerzo sino las formas, materiales y procesos. Renault le dio el visto bueno y él mostraría muchas de esas imágenes en ferias y exposiciones.

René-Jacques. Boulogne-Billancourt, 1951. © ministère de la Culture / Médiathèque de l’architecture et du patrimoine / Donation René-Jacques
René-Jacques. Boulogne-Billancourt, 1951. © ministère de la Culture / Médiathèque de l’architecture et du patrimoine / Donation René-Jacques

Tras la II Guerra Mundial, puso su talento al servicio de editoriales como Arthaud y revistas como Richesses de France, La France à table o La Revue Geographic. Realizó, por encargo administrativo, vistas arquitectónicas de monumentos, pero su gran especialidad serían los paisajes, en imágenes que serían fruto de una preparación minuciosa. Si, para algunos de sus colegas, la fotografía consiste en estar presente cuando ocurre el instante decisivo, René-Jacques creía en la meticulosidad, necesaria para conceder a la iluminación un halo lírico; también en el manejo impecable de la técnica, en la elección de nuevos puntos de vista y en la eliminación de detalles superfluos y anécdotas de sus imágenes. De su obra emerge, prácticamente, una Francia intemporal.

René-Jacques. Couple sur la plage, Royan, 1932. © ministère de la Culture /Médiathèque de l’architecture et du patrimoine / Donation René-Jacques
René-Jacques. Couple sur la plage, Royan, 1932. © ministère de la Culture /Médiathèque de l’architecture et du patrimoine / Donation René-Jacques
René-Jacques. Cinéma à Pigalle. París, 1953. © ministère de la Culture / Médiathèque de l’architecture et du patrimoine / Donation René-Jacques
René-Jacques. Cinéma à Pigalle. París, 1953. © ministère de la Culture / Médiathèque de l’architecture et du patrimoine / Donation René-Jacques

 

René-Jacques. “L´ élégance des formes”

CHÂTEAU DE TOURS

25 Avenue André Malraux

París

Del 15 de noviembre de 2019 al 24 de mayo de 2020

 

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