Tras su paso por la Tate Modern de Londres, el próximo 14 de febrero se abrirá al público en el Museo Guggenheim Bilbao “Olafur Eliasson: en la vida real”, exhibición que repasa una treintena de proyectos del artista danés fechados entre 1990 y la actualidad y dedicados a los dos asuntos que vienen siendo fundamentales en su trayectoria: nuestros modos de percibir y los hechos acuciantes de la actualidad, crisis climática incluida.
Bajo el comisariado de Mark Godfrey y Lucía Agirre, la muestra recuerda los ejes del trabajo de Eliasson, quizá uno de los creadores actuales europeos más apegados a la exploración del entorno en un sentido tanto natural como social: sus obras dan cuenta de su preocupación por el medio natural, incentivada por una estancia en Islandia; de su estudio de la geometría como recurso estético y significativo y de largas investigaciones sobre nuestros modos de percibir, sentir y transformar el paisaje. Como saben bien los conocedores de este autor, su labor va mucho más allá de la creación de obras de arte y exposiciones: se extiende a proyectos arquitectónicos e intervenciones públicas y también ha cultivado el activismo.
“Olafur Eliasson: en la vida real” no termina o empieza dentro del Guggenheim, sino en su exterior, donde el artista ha dispuesto una de sus célebres cascadas, de once metros de altura (las ha presentado en Sidney, Nueva York, Versalles o Sao Paulo), elaborada con una serie de bombas y un andamio, con la que nos invita a reflexionar sobre las naturalezas construidas en los entornos urbanos y sobre los nexos entre arte y tecnología. Ya en el interior del centro, nos esperan fotografías, esculturas, instalaciones y pinturas que proponen experiencias sensoriales o vinculadas al movimiento o bien reflexiones vinculadas a sentimientos individuales o colectivos.
En este sentido, hay que recordar que las obras de Eliasson no se deben solo a él: en su estudio, establecido en Berlín, trabajan, además del danés, artesanos, arquitectos, investigadores, cocineros, historiadores del arte y técnicos de especialidades diversas. La actividad de este grupo no es, por tanto, meramente artística, sino creativa en un sentido amplio y abierta al diálogo con profesionales de la cultura, científicos y políticos.
Para comprender a fondo, además, el trabajo de Eliasson tenemos que tener en cuenta una de sus creencias esenciales: la de que el arte puede ejercer una extraordinaria influencia en el mundo, no solo a partir de su presencia en los museos sino, especialmente, fuera, por eso ha diseñado lámparas solares a distribuir en comunidades sin suministro electrónico, ha puesto en marcha talleres creativos para refugiados y solicitantes de asilo y ha creado un buen número de instalaciones destinadas a concienciar sobre las consecuencias del cambio climático. El que es, desde septiembre del año pasado, Embajador de Buena Voluntad del Programa de la ONU para el Desarrollo, ha llegado a afirmar: El arte no es el objeto, sino lo que el objeto hace al mundo.
En Bilbao podremos contemplar modelos, prototipos y estudios geométricos que constituyen el registro de la producción de Eliasson con su estudio y con el también artista y arquitecto Einar Thorsteinn: juntos realizaron maquetas en materiales muy diversos, desde bolas de goma e hilo de cobre hasta cartón o piezas de Lego. A ese conjunto de modelos Eliasson los llama su “biblioteca de referencia” y hoy pertenecen al Moderna Museet sueco, aunque el equipo de Eliasson continúa llevando a cabo prototipos como parte de sus investigaciones.
Los focos también son protagonistas en el recorrido: los encontraremos dirigidos a espejos que rotan y generan luces irregulares o proyectando iluminación de color sobre paredes blancas y también la sombra de los espectadores, amplificando sus movimientos. Ya en sus obras tempranas, como Proyección de ventana o Aspirante, se servía Eliasson de distintos tipos de luz para transformar la experiencia del público en los espacios y la arquitectura y de mecanismos simples, y a la vista, a la hora de producirlos.
El clima y la naturaleza tampoco son preocupaciones recientes de Eliasson: muy pronto relacionó sus vivencias en el paisaje islandés con sus esculturas e instalaciones; en el Guggenheim lo apreciaremos en Máquinas de olas, que replican esos fenómenos, o en Pared de liquen, realizada con inesperado liquen de renos escandinavos, con aroma y textura muy peculiares. Otros trabajos más recientes llaman nuestra atención sobre el deshielo a partir de glaciares: en Pabellón de la presencia de la ausencia, un vaciado de bronce visibiliza el espacio desocupado por un bloque de hielo derretido; en Corrientes glaciares, trozos de hielo sobre aguadas de pigmento crean concentraciones y disoluciones de varias tonalidades a medida que ese hielo se va derritiendo y Destello esférico glaciar está elaborado con vidrio de pequeños fragmentos de roca procedentes de esa erosión glaciar. Podremos disfrutar, asimismo, de series fotográficas dedicadas a Islandia y su naturaleza, un país con el que el artista dice sentir la necesidad de estar “físicamente” en contacto.
Espejos y reflejos pueblan también la exhibición bilbaína: se han reunido Tu visión espiral, Tu ventana planetaria y las obras colgantes Esfera de viento frío, Partícula de polvo de estrellas y En la vida real, el proyecto que da título a la muestra. Con ellas Eliasson busca algo más que ofrecer una experiencia visual placentera: presenta distintas perspectivas simultáneamente, haciendo que podamos percibir nuestra situación de diversas formas y nos invita, si lo deseamos, a renunciar a tomar el control de nuestra posición en el espacio y dejarnos llevar en la contemplación por la duda.
Todos estos trabajos están articulados a partir de principios geométricos tan complejos como regulares, aunque a Eliasson le interesa especialmente la espiral, porque transmite energía y genera particulares luces y sombras.
Nos sorprenderá en la sala 202 una gran esfera de vidrio, Espacio de visión (2015), que sirve como dispositivo óptico para ofrecer al visitante imágenes distorsionadas e invertidas sobre lo que acontece al otro lado de la misma sala, donde se encuentra Belleza (1993), en un espacio más oscuro. En esta obra, varios conductos instalados en fila en el techo emiten una sutil neblina en dirección a un rayo de luz que procede de un foco. Así, desde ciertos puntos, se puede ver cómo se forma un arcoíris en una cortina de agua que varía de intensidad o desaparece a medida que nos acercamos o alejamos.
Merece la pena fijarnos en Tu futuro imaginario, uno de sus trabajos más recientes: se trata de un arco semicircular montado en un espejo situado en el techo que combina visualmente su reflejo para crear la ilusión de un anillo gigante que atraviesa la superficie especular, fusionando el espacio real del museo con el virtual que aparece en ese espejo. Y también en Tu atlas atmosférico de color, que consta de bancos de niebla artificialmente producidos y bañados en los colores primarios; habremos de recorrerlos desde la intuición. El primario amarillo también es el eje de Habitación para un color, formada por lámparas en el techo de una habitación blanca que emiten una longitud de onda amarilla, responsable de que solo percibamos ese color, negros y grises, y después un reflejo azulado.
Completan la exposición trabajos como Fuente Big Bang (2014), una luz estroboscópica que ilumina una fuente de agua, haciendo que el chorro parezca detenerse en una secuencia, siempre distinta, de formas escultóricas efímeras e irrepetibles; imágenes de glaciares islandeses, la escultura cinética Ventilador (1997), impulsada por el aire que desplaza, o un extenso sofá compuesto por segmentos modulares y tapizado con tela de lana tejida. Lo diseñó Eliasson en colaboración con la marca danesa Kvadrat, y evoca la ondulación de la arena que deja atrás la marea cuando baja.
“Olafur Eliasson: en la vida real” se completa con el Estudio Expandido, una sala en la que varias filmaciones nos introducen en sus proyectos más sociales, en los arquitectónicos y en la actividad de su estudio berlinés.
“Olafur Eliasson: en la vida real”
Avenida Abandoibarra, 2
Bilbao
Del 14 de febrero de 2020 al 4 de abril de 2021
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