Miró y su profunda unión con la tierra

El Museo Thyssen-Bornemisza presenta la obra del artista catalán desde una perspectiva nueva

Del 17 de junio al 14 de septiembre de 2008 en el Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid Organizan: Museo Thyssen-Bornemisza y Ferrara Arte Comisario: Tomàs Llorens Obras: 65 piezas Llega a Madrid una exposición centrada en la figura de Joan Miró, concebida esencialmente desde uno de los temas recurrentes a lo largo de toda su producción: su relación con la tierra.

“Miró: tierra”. Madrid, hasta el 14/09/08

MUSEO THYSSEN-BORNEMISZA

Pº del Prado, 8
Madrid (España)

Como decía el poeta Jacques Dupin, biógrafo y confidente del artista, ‘(Miró) guardaba en lo más profundo de su memoria las imágenes de la tierra y de la vida campesina. Nunca dejaron de habitar en él y de nutrir su obra’. A partir de esta idea, la muestra que el Museo Thyssen-Bornemisza acogerá hasta el próximo mes de septiembre plantea un recorrido por la obra del catalán desde 1918 (año de su primera exposición individual) hasta sus últimos días en 1983. En ella se podrán contemplar destacadas pinturas procedentes de museos de todo el mundo, algunas consideradas obras capitales de Miró, como el Paisaje catalán (El cazador), actualmente en el MoMA de Nueva York o Paisaje (La liebre), del también neoyorquino Guggenheim, así como La Masovera y Pintura-objeto, que llegan desde el Centre Pompidou de París.
Cataluña y concretamente la localidad tarraconense de Mont-roig; sus paisajes, la gente y sus tradiciones, son el primer contacto de Miró con el entorno rural. La tierra se relaciona en ese momento con el trabajo en el campo, que será un motivo frecuente en los cuadros realizados en torno a 1920, con los que se abre la muestra. Un paisaje al que regresaría años más tarde y que le inspiraría muchas pinturas a lo largo de su vida. Precisamente su recuerdo le lleva, durante su estancia en el entorno urbano París, a realizar lo que se ha llamado “paisaje metafórico”, nacido de la memoria y en el que comienza a dibujarse un universo mítico que dará paso a algunas de sus composiciones más características y que en años posteriores se traduce en grandes lienzos en los que continúa evocando su Cataluña natal. Mientras tanto, Miró experimenta también con collage y ensamblajes, en los que la materia adquiere más importancia que la propia forma de la obra de arte y con los que el artista se adentra en la producción escultórica, una práctica que le llevará también a introducir nuevos materiales y soportes para sus pinturas. Esta investigación formal le aproxima en algunos puntos al informalismo, idea en la que la exposición incide también con la intención de rescatar otros aspectos poco estudiados hasta ahora, así como establecer un diálogo con el trabajo de artistas de una generación posterior a la suya comom Dubuffet, Tàpies, Millares o Saura. La escultura ocupa un lugar muy importante en este periodo, en el que la vuelta a la masía de Mont-roig le devuelve al contacto real con su tierra. Igualmente, desde que en 1956 se instalara definitivamente en Palma de Mallorca dedica gran parte de su tiempo a la cerámica y el reencuentro con la tierra se produce ahora desde la madurez, entrando en juego la simbología del ciclo de la vida y la muerte. Lo telúrico, aspectos primitivos, la sensualidad de la tierra en su relación con la fecundidad y la vida llenan la mente del artista en este momento. Y así, a lo largo de siete capítulos tematico-cronológicos la exposición nos lleva por las distintas interpretaciones que Miró hizo del tema de la tierra durante más de seis décadas de actividad, para descubrirnos cómo desde la intimidad o desde la nostalgia, el artista mantuvo siempre ese fuerte vínculo con ella.

Joan Miró
Paisaje (La liebre), 1927
Solomon R. Guggenheim Museum, Nueva York

Joan Miró-Artigas
Personaje doble, 1956
Colección privada

Joan Miró
Campesino catalán con guitarra, 1924
Museo Thyssen-Bornemisza

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