Como homenaje a su trayectoria y como reivindicación de su originalidad creativa: así ha planteado el Centro de Arte Dos de Mayo de Móstoles la muestra “Un retrato anamórfico”, la primera retrospectiva dedicada al artista madrileño, fallecido hace trece años, Javier Utray. No admitió etiquetas: fue arquitecto, escritor, pintor “sin mancharse las manos”, artista plástico, músico, compositor de vanguardia y performer, pero su labor podríamos resumirla en la de activista cultural. Ejercería una influencia decisiva en el panorama artístico español desde los setenta hasta su muerte temprana, en 2008, conectó personalidades y proyectos y se convirtió en un imprescindible de la nueva figuración madrileña y del arte conceptual de entonces.
La exhibición, comisariada por Mariano Navarro y Andrés Mengs desde el enfoque tan serio como lúdico desde el que creó ese autor, hace hincapié en su labor temprana, cuando la modernidad artística se introducía en España de la mano de creadores, escritores, músicos y medios de comunicación y se articula en cuatro secciones que podemos relacionar entre sí, pues no se han concebido como compartimentos estancos.
La primera de ellas está dedicada a la arquitectura, dado que Utray se definía a sí mismo como arquitecto y esa disciplina fue, justamente, su primer campo de trabajo (entre sus proyectos destacaron el Star Alfa de La Manga o Plaza Europa, en Benidorm); la segunda reúne trabajos plásticos datados en los setenta y ochenta, contextualizados con otros de sus compañeros de generación, como Carlos Alcolea, quien le brindó Los cinco sentidos. Retrato de Javier Utray. La imagen testimonia las estrechas relaciones de los creadores que revitalizaban entonces nuestra pintura, al igual que Grupo de personas en un atrio o alegoría del arte y de la vida o del presente y del futuro, célebre retrato grupal de Pérez Villalta realizada doce años antes. Otros coetáneos presentes en la exhibición de Móstoles son Juan Navarro Baldeweg, Santiago Serrano, Carlos Franco, Paloma Chamorro, Chema Cobo y Nacho Criado; con este último, y con los también conceptuales Isidoro Valcárcel Medina o Juan Hidalgo, compartió exposiciones en su momento.
En este capítulo se ha reconstruido su escultura Panteón pentamarceliano de 1977, que entonces fue censurada pero que resulta un proyecto significativo de sus inquietudes, por más que el propio Utray lo destruyese en una performance el mismo día de su presentación. También veremos objetos y documentos relativos a su interpretación de Rrose Sélavy; inevitablemente profundiza el CA2M en su cercanía profunda a Duchamp y su legado. Junto a él posó, como junto a John Cage, en juegos de espejos tras visitar en el Centro Pompidou, en 1976, la primera exposición que se le brindó en Europa al creador de Desnudo bajando una escalera.
La tercera sección se centra en su labor editorial, fundamental en los ochenta; se ha recopilado para la ocasión material del archivo de Utray, vídeos, textos e imágenes y algunas de sus poesías, textos y ensayos sobre artistas. Colaboró con La Luna de Madrid, El Paseante o El Europeo, publicación esta última para la que fue articulista y diseñador.
Y la exhibición se cierra con su última obra plástica, que mantuvo planteamientos conceptuales antes desarrollados y buscó la provocación intelectual, el desafío a la percepción y la mirada. Se valió en ella de procedimientos informáticos e impresiones serigráficas o digitales, generando juegos ópticos intencionadamente difíciles de explicar, en relación con investigaciones creativas complejas y artilugios mecánicos casi disparatados. Tanto en esa producción como en el resto de los ámbitos creativos que cultivó, concedió preeminencia a las ideas sobre las formas, restando relevancia y tiempo al trabajo manual; por eso esta muestra había de presentarnos tanto lo tangible como lo que no lo es: varias entrevistas televisivas donde dejó ver su concepción del estudio y de las galerías como espacios de juego, esa escultura reconstruida del Panteón pentamarceliano y fotografías que sugieren las estrechas conexiones entre el artista y su grupo de amigos.
Recuerda también su inmersión sin miedo y radical en estéticas cercanas al infantilismo, compartidas por otras figuras de la contracultura madrileña como Brea, Martín Begué o Iván Zulueta, quienes asimismo tuvieron en común con Utray su inquietud por la educación popular y la presencia en ella de la imaginación. De ahí la vocación didáctica de parte de su trabajo.
Javier Utray. “Retrato anamórfico”
CA2M. CENTRO DE ARTE DOS DE MAYO
Avenida de la Constitución, 23
Madrid
Del 25 de marzo al 11 de julio de 2021
