NUESTROS LIBROS: Toda una vida

13/09/2018

Robert Seethaler. Toda una vidaQuerida Marie,

Te escribo desde Rusia. Aquí no se está tan mal. Hay trabajo y algo que comer, y como no hay montañas, el cielo se extiende más allá de lo que abarca la vista. Solo el frío es horrible. Es distinto del de casa. Si tuviera un saquito de petróleo aunque fuera, como los muchos que tuve tiempo atrás, estaría bien. Pero no quiero quejarme. Alguien se habrá entumecido y congelado en la nieve mientras yo contemplo las estrellas. A lo mejor tú también estás mirando las estrellas. Lo siento, pero tengo que dejarte. Soy lento escribiendo, y ya aclara por detrás de las colinas. Tu Egger.

Así es Egger. Acaba de terminar la II Guerra Mundial, él es un soldado aún preso en Rusia, cuenta con apenas lo básico, y aún así, él mismo corta de raíz cualquier atisbo de queja antes de terminar de expresarla. No espera nada del futuro (por su experiencia sabe que no le conviene), y es un hombre eminentemente práctico, pero se permite a sí mismo continuar escribiendo cartas tan sencillas como esta a su esposa, muerta trágicamente a causa de un alud tiempo atrás, e incluso pedirle perdón por su brevedad.

El corto tiempo que estuvo junto a ella, con Marie, fue el único en que, desde la perspectiva que hoy manejamos por defecto los que no hemos sufrido especiales penurias, fue feliz. Pero solo en ese sentido que hoy le damos, un poco banalmente, a la palabra, porque la inmensa capacidad de este individuo para aceptar sus circunstancias (cambiantes, pero nunca cómodas) hace que Egger sepa ser siempre feliz a su manera. La única que a él le importa, como debe ser.

Este señor es el protagonista único de una novela muy breve, Toda una vida, que hace algunos meses, quizá un año, se coló con cierta fortuna en nuestras librerías de la mano de la editorial Salamandra tras lograr, en 2014, un éxito sin peros en Alemania. Su autor es el austriaco Robert Seethaler, que además de escritor respaldado es actor y guionista (no sería nada temerario llevar esta obra al cine) y su gran acierto es encontrar magia y épica en las vivencias, aparentemente desgraciadas y cotidianas, de un hombre relativamente común. Decimos relativamente porque sus circunstancias no son raras en el contexto histórico en que Seethaler nos sitúa, pero su modo de afrontarlas es corriente hasta cierto punto: duda, es débil, sin embargo sabemos que no caerá.

Y puede que la razón sea simple: quizá no sepa que puede derrumbarse, porque desde niño tuvo todas las razones para hacerlo y nunca lo hizo. Es un superviviente, ni más ni menos, pero la dignidad que la novela deja ver en él sobrecoge, sin que el autor necesite imponérnosla con hechos impactantes ni un lenguaje complejo.

No hay entorno rudo, montaña dura, irrupción del turismo masivo en su pueblo hasta entonces tranquilo… que lo desequilibre ni perturbe su tranquilidad esencial, y eso que, a través de los hechos de su vida, asistimos al adiós de un mundo y la llegada de otro.

Parece una fábula, pero Toda una vida es una historia (innegablemente bonita, en un sentido clásico) que parece más apta para nuestro tiempo veloz que para cualquier otro, porque nos presenta a un hombre que pensaba despacio, hablaba despacio, caminaba despacio, pero cada pensamiento, cada palabra y cada paso que daba dejaban un rastro justo donde, a su juicio, debían dejarlo. Un gran cualquiera que podría ser el santo Job, pero también sabía poner y ponerse límites.

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