Las inocentes, vida y fe en el convento

27/12/2016

Las inocentes. Anne FontaineSiguen siendo noticia, aunque quizá deberían serlo más, las mujeres víctimas de las guerras que no mueren asesinadas pero sí son sometidas a la violencia sexual que lastra el resto de sus vidas. Una muestra más de que nunca habrá cine suficiente para mostrarnos la diversidad de caras, muchas inesperadas, que padecen estos conflictos, de que siempre habrá historias que no alcancen a ser contadas por más películas que hayamos visto en torno a cualquier guerra, en este caso la Segunda Mundial, nos la da Anne Fontaine en Las inocentes.

El filme narra la historia real de las monjas supervivientes en un convento polaco tras el paso brutal entre sus piedras del ejército soviético recién acabada la guerra: las que no fueron masacradas fueron violadas y en muchos casos quedaron embarazadas sin posibilidad de ser asistidas. La trama de la película se basa en los diarios de una enfermera francesa de la Cruz Roja que, arriesgando su puesto y contraviniendo órdenes, a veces incluso poniéndose ella misma en peligro, decidió ayudarlas: Madeleine Pauliac, interpretada aquí por Lou de Laâge.

Los dos puntos fuertes de la película son el reflejo de la relación de la enfermera, no especialmente creyente aunque sí respetuosa, con estas monjas y los cambios que esa relación acaba causando en una y las otras (a través de un guión muy pulido y sobrio) y una estética limpia y luminosa, acentuada por una fotografía cuidada que viene a subrayar el meollo de la trama: la doble violencia ejercida por los soldados violadores sobre estas muchachas, una hacia su propio cuerpo y otra hacia su inocencia, hacia su fe. Especialmente bellos y pulcros resultan los planos en los que el blanco de las nieves que rodean al convento se funde con el de las tocas de las monjas.

Ese mismo cuidado y esa misma pulcritud en lo formal se dan en el tratamiento respetuoso del tema: Fontaine sabe dirigir una mirada empática hacia las personalidades de las monjas y la enfermera, a sus respuestas diversas a una misma tragedia y ante la maternidad. No busca conmover por los procedimientos obvios, pero la paz transmitida por los cantos en armonía de las monjas, en su mayoría jóvenes, su contraste con la aparición, en un momento dado, de los gritos rudos de soldados y la presencia final de bebés en el convento transmiten sensibles impactos visuales.

Las inocentes. Anne Fontaine

 

 

 

 

 

 

 

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