Alma Mahler, la fuerza motriz

07/09/2023

Hace ahora dos años, en 2021, Turner editó Alma Mahler. Un carácter apasionado, una nueva biografía destinada a reivindicar a Alma Mahler más allá de su extendidísima fama como mujer ambiciosa, excéntrica y depredadora en lo sentimental: Cate Haste, su autora, la situaba como impulsora y protectora del arte más genuino, como mujer influyente entre la cultura menos convencional de los primeros compases del siglo XX y también como creadora que, como dejó claro en sus diarios, se lamentaba de no haber recibido una educación, unos estímulos intelectuales, a la altura de sus propios deseos.

Asociada en el imaginario colectivo a maridos que fueron siempre genios (Gustav Mahler, Walter Gropius y Franz Werfel), a quien seguramente debemos la popularidad de Alma María Margaretha Schindler -ese era su nombre original- es a Oskar Kokoschka, con quien mantuvo una relación productiva y difícil durante años -ella la describió como una larga y violenta guerra amorosa– y quien la retrató en la inmortal La novia del viento, una obra que, para su propio autor, simbolizaba una lucha de los sexos que él entendía como inevitable, cosa del destino.

Algo de reflejo de ese conflicto, en el contexto decimonónico y con muchas caras, de la incomprensión o la negación del talento femenino al difícil ejercicio de la libertad por parte de las mujeres que escapaban a las tenidas por labores propias de su sexo, tiene la película Alma Mahler, la pasión, que llega a los cines mañana, 8 de septiembre, tras recalar en las secciones oficiales del BCN Film Fest y Atlàntida Mallorca Film Fest. La dirige el austríaco Dieter Berner, que ya estuvo al frente de un biopic de Egon Schiele en 2016.

Alma Mahler, la pasión

El filme, lejos de plantearse como una biografía al uso, se centra en una etapa muy concreta de la vida de esta autora: transita desde el final de su matrimonio con Mahler a la claudicación de su relación con Kokoschka, marcada por la pasión creadora y por los celos enfermizos del artista, pasando por su más canónico matrimonio con Gropius; Berner la retrata a partir de sus relaciones a la vez que trata de subrayar a menudo su carácter libre, su voluntad de convertirse en una creadora autónoma y de no quedar supeditada ni personal ni artísticamente a sus parejas, tampoco relegada a los cuidados de Anna, la única de sus hijas con Gustav Mahler que superó la infancia.

Se trata de un difícil equilibrio. Salvan al filme de volcarse en exceso en las cuitas amorosas las confesiones de Alma sobre las dificultades para cultivar una música propia tras años involucrada en que la del compositor fuese debidamente interpretada y reconocida, también tras la muerte de aquel; las secuencias que hacen hincapié en su enorme habilidad para vislumbrar dónde había arte genuino y dónde deseo de agradar o las que captan su buen manejo de las relaciones sociales para lograr conciertos o apoyo financiero. No obstante, la mayor parte de la cinta se centra en la hondura de sus lazos con Kokoschka, interesantísimos en lo artístico y en el grado de comprensión de sus respectivas inquietudes, y no tanto en el morboso: tras resultar herido en la I Guerra Mundial, como ha sido bien repetido, se hizo fabricar un maniquí de tamaño natural y basado en los principios de la anatomía humana -probalemente con la imagen de Alma Mahler-, que debía servirle para su actividad artística y didáctica, pero que terminó por ir con él a cualquier parte, también al teatro. En el filme de Berner, además, los celos del artista no se dirigen solo hacia sus conocidos del momento sino al fallecido Mahler, incidiéndose con detalle en su psicología fracturada.

En todo caso, podemos extraer de este relato la imagen de una Alma Mahler que supo reconocer el talento tanto como apoyarlo, que fue consciente de sus propias dificultades para desarrollar el suyo, pero no dudó de la existencia de este -su primer marido, aunque en la película no aparezca, también llegó a reconocérselo tardíamente-, y que fue, no solo partícipe, también figura alentadora de obras maestras musicales, pictóricas y literarias de nuestra última época dorada. Su atmósfera, los claroscuros del momento y el difícil camino que envolvió a las primeras vanguardias, sí aparecen aquí captados con acierto.

Alma Mahler, la pasión

 

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