Una nueva galería ha iniciado su actividad en Madrid en este comienzo de año, en la estela de las aperturas recientes de sedes en la capital de Opera Gallery, El Apartamento o Pedro Cera. Lleva por nombre E Ciento Veinte, en referencia a la clave alfa numérica del colorante derivado de la grana cochinilla en la industria de la alimentación: procedente de Latinoamérica, fue la base de muchos tonos carmín empleados en pintura y con él se comercializó ampliamente en Europa en el siglo XVI; en España sería muy apreciado e importado.
Los responsables de este espacio han querido así hacer referencia a las relaciones culturales y artísticas entre ambos lados del océano, y ese será también el centro de su actividad: el objetivo de la sala, dirigida por Karmele Rodríguez y situada en el número 18 de la calle Antonio Maura, será fomentar los intercambios entre Latinoamérica y el continente europeo, comenzando, en una primera acotación del territorio, por favorecer los lazos entre creadores de México y de nuestro país a través de exposiciones, actividades y proyectos de formación y producción.
La primera exhibición que, desde el pasado 18 de enero, podemos visitar en E Ciento Veinte se dedica a un autor justamente mexicano, Emilio Chapela, siendo esta su primera individual española: “Afluentes” ha sido comisariada por la curadora, igualmente mexicana, Sofía Mariscal, y reúne trabajos basados en la naturaleza y en nuestros modos recientes de relacionarnos con ella: vídeos, instalaciones, pinturas e imágenes generadas por inteligencia artificial que vienen a incidir en que todos formamos parte de una intrincada maraña de vínculos, de ecosistemas en los que casi todo acto tiene consecuencias. Conectan estas piezas a unos y otros seres vivos como los hilos de un tapiz, o como arterias que se entrelazan.
A Chapela, cofundador junto a Lisa Blackmore y Diego Chocano del colectivo entre–ríos, para la investigación y conservación de los mismos, le interesa tanto la observación del medio natural como la de las posibilidades últimas de la tecnología, de ahí que investigue técnicas de creación reciente aptas para representar las nociones de espacio y de tiempo, o el reflejo de la luz o de la gravedad aplicados a plantas, ríos, rocas y volcanes. Esta propuesta madrileña enlaza con la que hace año y medio llevó al Instituto Cultural de México en París, “Vacío”, en aquel caso una selección de pinturas, vídeos, dibujos, obras sonoras y textiles en las que relacionaba el Sena y el Tequendama, una cascada colombiana, a través de los infinitos microorganismos que pueblan sus aguas, a veces contaminadas. Recurriendo a sistemas de datos y redes de intercambio de información, ponía cifras a ese daño ambiental pero también recalcaba la belleza paradójica de la peor huella humana en el paisaje.
Otra galería mexicana, por cierto, pondrá un pie en Madrid muy pronto, aunque esta vez inicialmente de forma efímera. Emma Molina, radicada en Monterrey desde 1997, exhibirá del 28 de febrero al 17 de marzo en el número 2 de la calle Belén la colectiva “Intervalos identitarios”, compuesta por trabajos de artistas mexicanos, y un español, de trayectorias consolidadas: Alex Hank, Carlos Lara, Luciano Matus, Guillermo Santamarina y Miguel Sole-Roig. Será en el marco de la Semana del Arte (esta sala ha participado en varias ocasiones en ARCOmadrid) y como paso previo a la apertura de un espacio permanente, que esperan poner en marcha en los próximos meses con Marla Martínez como socia.
El nexo de las piezas expuestas será la idea de vacío, de paréntesis: de Hank contemplaremos retratos de figuras absortas, sumidos en pausas, en carboncillo sobre soporte de abedul; Lara mostrará dos piezas pertenecientes a su serie Pinturas que lloran, ejecutadas con cerveza congelada y luego derretida de dos marcas latinoamericanas, en referencia al desplazamiento de las tradiciones indígenas; Matus analizará en una instalación los efectos de la acción humana y del tiempo sobre las arquitecturas; de Santamarina veremos la poesía visual El modelo del arte (La mentira), una reflexión en torno al compromiso social de los artistas hoy; y, por último, el barcelonés Soler-Roig expondrá Marfa Lights, paisajes silenciosos y conceptuales inspirados en los que pudo recorrer en un viaje a Texas.
Este proyecto se completará con el desarrollo de un ciclo de performance en marzo, Ritual, repetición y resurgir, que será comisariado por Nerea Ubieto y contará con las intervenciones de Alba Soto (Conjuro para un laxo infinito se centrará en nuestra capacidad de adaptación y fluidez), Monica Mura (en Cuntzertu Pro Sonallas actualizará desde el feminismo tradiciones de su Cerdeña natal) y Ana Matey (Sobre la ruina explorará asimismo, desde su experiencia y desde cuestiones sociales hoy candentes, la pérdida del hogar y la capacidad de resurgir).
