Dominic Chambers y la aventura de la quietud, en Lehmann Maupin

St. Louis y Nueva York, 16/01/2024

Recién superada la treintena, Dominic Chambers adquiere peso entre la nueva generación de pintores estadounidenses que no han abandonado la figuración: en sus trabajos suele examinar los roles del ocio contemporáneo a un nivel tanto individual como social, centrándose en nuestros modos de relacionarnos con la naturaleza y en la manera en que la contemplación del propio arte puede ayudarnos a comprender, recontextualizar o renegociar nuestros lazos con el entorno.

Son dos las exposiciones importantes que ofrece actualmente en su país: en la sede neoyorquina de la firma Lehmann Maupin y en el Contemporary Art Museum de St. Louis, la ciudad donde nació. La primera lleva por título “Leave Room for the Wind”, es su primera muestra en Nueva York y recalca la continua inspiración de Chambers en la literatura y en el realismo mágico; también textos de W.E.B. Du Bois, Ralph Ellison y James Baldwin han influido notablemente en sus prácticas. En concreto para este proyecto, el artista ha partido de escritos de Tracy K. Smith, Ocean Vuong y Mary Oliver, sobre todo de un poema de esta última, La hoja y la nube, que reza: I will leave room for the wind combing the grass,/ for the feather falling out of the grouse’s fan-tail/ and fluttering down, like a song (Dejaré espacio para el viento que peina la hierba,/ para la pluma que cae de la cola de abanico del urogallo,/ y revolotea, como una canción).

Dominic Chambers: Leave Room for the Wind. Lehmann Maupin New York

Conjugando principios formales propios de la pintura de campos de color y de la abstracción gestual, nos enseña Chambers composiciones a gran escala en las que explora la actividad recreativa de hacer volar cometas como emblema de lo que podría significar ese dejar espacio al viento en los versos de Oliver: sitúa a sus figuras en paisajes vibrantes, a medio camino entre lo sublime y lo surrealista, en los que veremos campos abiertos en colores primarios bajo esas pandorgas ondeantes. Este pasatiempo, el de dejar las cometas a merced del aire, tiene orígenes militares, pues esos objetos eran originalmente herramientas de señalización, observación e incluso entrega de municiones, pero hoy en día ha quedado del todo ligado a nuestro tiempo de recreo al aire libre, como actividad que se realiza únicamente para el disfrute, al no obtenerse de ella ningún tipo de reconocimiento o recompensa externa.

No encontraremos, en las telas reunidas en Lehmann Maupin, ningún edificio o punto de referencia construido por la mano humana que haga alusión a alguna localización concreta, y tampoco ninguno de los modelos llama especialmente la atención del espectador; destaca la obra que da título al conjunto, Leave Room for the Wind, en la que dos niños corren por un campo azul verdoso seguidos de un conjunto de cometas translúcidas; en otra imagen, dos pequeños, quietos, hacen lo propio con otras cometas azules, amarillas y moradas, que se contraponen a un cielo rojizo. Aparecen, estas figuras, del todo alejadas de los ritmos veloces de la vida cotidiana urbana, ajenas a expectativas y prisas, inmersos en ese ejercicio destinado al placer y el asombro.

El artista propone ese divertimento sencillo, y la apertura a la sorpresa, en definitiva el descanso, como vía fundamental para reconstruir nuestra interioridad, subrayando todo lo que puede apreciarse solo desde la quietud, desde el detenimiento.

En cuanto a la exhibición del Contemporary Art Museum de St. Louis, titulada “Birthplace” y abierta hasta febrero, presenta una más amplia representación de esas actividades para el deleite y la introspección llenas de posibilidades, como la lectura o simplemente el dejar correr el pensamiento y la imaginación. A menudo quienes descansan de esta manera, en su producción, son sujetos negros, porque, según el artista, no aparecen frecuentemente en nuestro imaginario como individuos con vida más allá del esfuerzo; en sus palabras: A menudo, cuando imaginamos lo que está haciendo el cuerpo negro, suele ser un acto de trabajo, rebelión o resistencia.

Tampoco es rara, en sus lienzos, la presencia de siluetas fantasmales, entre lo familiar y lo inquietante, ni el empleo de una paleta vibrante, y muchas veces monocromática, en la que parece acercarse a las teorías del color de Josef Albers.