Descubrir los amate de José Bedia

José Bedia

Por Susana Blas

“José Bedia. Entre dos mundos”

INSTITUTO VALENCIANO DE ARTE MODERNO. IVAM.

Del 09 de septiembre al 21 de noviembre de 2010
Comisaria: Isabel Durán

Aún recuerdo el enorme impacto que me originó contemplar por primera vez la antológica que sobre José Bedia se pudo ver en el 2004 en el MEIAC (Badajoz). Trato de encontrar palabras para verbalizar ese encuentro, esa huella, y todas se diluyen antes de escribirse. Sus pinturas y dibujos me adentraron en un territorio mental informe en el que la experiencia extrema se antepuso a cualquier análisis sobrio. Sólo en una segunda visita logré reconstruir mi capacidad para contemplar las piezas de un modo más objetivo, apreciando la originalidad de uno de los creedores cubanos más significativos y de mayor reconocimiento internacional.

La exposición “Entre dos mundos”, que acaba de inaugurar el IVAM, recopilando gran parte de su obra en papel, con piezas desde 1993 hasta el 2010, nos permite de nuevo hacer ese viaje interior hasta un universo espiritual mixto, protagonizado por el trazo y los signos, que recoge la memoria espiritual de diversas tradiciones ancestrales, siendo una de las aportaciones de la muestra, el que se exhiban por primera vez los papeles “amate” del artista: piezas elaboradas sobre este papel hecho a mano siguiendo la técnica de los códices aztecas.

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La comisaria de la exposición: Isabel Durán, nos presenta a Bedia como un artista antropólogo, interesado no solo por los rituales y credos afrocubanos que tan bien conoce, sino por otras culturas, originarias de América Latina, Australia u Oceanía. Pero su interés no es meramente libresco o estético sino “vivido desde dentro”: partiendo de una convivencia con estos pueblos y estableciendo un diálogo e intercambio con ellos; buscando obtener no resultados científicos, ni eruditos, sino una experiencia propia que procesa y comparte a través de su trabajo.

Elegir el papel no es casual en el autor que valora lo primigenio, lo sencillo, sobre cualquier elaboración excesiva; y que incluso introduce en muchas de sus piezas una merecida crítica al mundo civilizado. A este respecto, podemos leer estas declaraciones del autor en la entrevista que nos trascribe en el catálogo la comisaria: “los materiales tienen que ser sencillos como las ideas, no me gustan las decoraciones innecesarias ni los barroquismos. La idea debe conservarse en su forma más elemental y básica. Además de eso, trabajo muchas veces directamente con las manos, sin pincel ni brocha”, al mismo tiempo, las formas, el dibujo, se acompañan de textos que aluden a su interés por la caligrafía: “Siempre usé el texto en mis trabajos como complemento de la imagen porque me interesa la ilustración y una de mis principales influencias más tempranas fue la historieta. Utilizo la caligrafía Palmer como recuerdo de mis primeras y más traumáticas experiencias escolares. La otra me la han enseñado los pescadores en distintas partes del mundo cuando escriben el nombre a sus barcos.”

José Bedia. Mujer mariposa de noche

No querría olvidar reseñar el enorme interés que tiene el catálogo, con textos de Consuelo Císcar, Marta María Pérez Bravo, Omar Pascual Castillo, Roberto Diago, más dos esayos y una entrevista de Isabel Durán, la  comisaria. Uno de estos ensayos está dedicado a El Monte, la obra de Lydia Cabrera, considerada la Biblia de las religiones afrocubanas. Un libro mítico, que puede servir para entender mejor algunos de los símbolos que Bedia utiliza.

La Regla de Ochá, o Santería, la Regla de Palo y la sociedad secreta Abakuá, son los tres cultos de origen africano más extendidos en el Caribe, lugar de encuentro de las religiones africanas, de origen yoruba nigeriano, y el Cristianismo. La obra de Bedia que se inició en 1983 en la Regla de Palo Monte cubana está repleta de misteriosas alusiones a los signos de danzas y canciones paleras; aunque su interés por la espiritualidad de otras culturas, haga que su universo sea un panteón abierto y personal.

Su trabajo es polisémico y profundamente íntimo. Muchos de sus trabajos me recuerdan mapas de un tesoro, repletos de pistas olvidadas, de signos mágicos, de palabras sagradas, que nos esperan para hacer un viaje … ¿a nosotros mismos?.

                                                  

Pero tal vez sea la fotógrafa cubana y amiga del artista: Marta María Pérez Bravo quien mejor compendie en su texto los ingredientes de su obra, y de en la clave aludiendo al carácter autobiográfico de su trabajo (de autobiografía interior -yo añadiría): “Bedia es un profundo conocedor de las culturas indígenas y negras en general. Su obra forma parte de su propia vida, no sólo como artista que las crea sino que cada una de ellas tiene algo de autobiografía .Es un hombre con una profunda espiritualidad como practicante. Su gran preparación académica se une a un método de mucha intuición, compromiso moral y espiritual del que surgen ingeniosas y fuertes creaciones visuales.”

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