David Magán se formó en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, especializándose en hierro y madera, pero muy pronto surgió su interés por el vidrio y ha venido desarrollando una técnica muy personal para investigar las posibilidades de este material en sus relaciones con el color, la luz y el espacio, muy distintas a las de los opacos. En sus piezas -que pueden ser dinámicas o estáticas, abiertas o cerradas- invita al espectador a deleitarse contemplando formas pictóricas o a adentrarse en el movimiento que sus obras tridimensionales pueden generar.
Cuando pasó por nuestros Fichados, hace ya seis años, nos explicó este artista madrileño que se consideraba escultor, aunque lo fuera en un sentido amplio, y que trabajaba con un espectro cromático muy diverso porque le interesaba estudiar la fusión de tonos a la que da lugar la superposición de planchas translúcidas de vidrio o metacrilato o las proyecciones de sus sombras. Ha empleado igualmente fotografías, dibujos y formatos digitales, pero sus preocupaciones fundamentales han tenido que ver, en todo caso, con los lazos entre sus proyectos y la arquitectura que los alberga o con los exteriores donde se asienten; en suma, con la conquista del espacio.
Paulatinamente sus piezas han ido distanciándose, más y más, de la noción habitual de objeto sólido y cerrado y se ha valido de cables de acero para suspender de ellos obras con elementos interdependientes: Sentía que había llegado a una solución que me permitía elevar el vidrio a un punto donde este material adquiere un estado más etéreo si cabe. Al estar totalmente suspendido en el aire, había conseguido acentuar esas cualidades que tanto me enamoraron de este material, era como si esta vez el color realmente se hubiera quedado atrapado en el aire. En ese punto, adquirió un rol cada vez más importante en su trabajo la luz, cuyos reflejos al repercutir en estas esculturas modifican nuestra percepción del entorno; además, fomenta fusiones cromáticas equiparables, en lo que a las tres dimensiones se refiere, con las que puede ofrecernos la paleta de un pintor.
Coincidiendo con Apertura Madrid Gallery Weekend y hasta el próximo noviembre, presenta Magán su primera individual en la Galería Parra & Romero, que cuenta con tres series de trabajos recientes fruto de sus indagaciones en torno a la materialización, justamente, de la luz. Lleva por título “Twenty-twenty Vision”, expresión tomada de un término anglosajón que define nuestra capacidad de visión más habitual; el madrileño ha querido en este proyecto reflexionar sobre nuestra necesidad, seguramente más acuciante en los últimos años, de observar de modo más lento y pausado lo que nos rodea, de escapar al estímulo visual constante, la información excesiva y la continua invitación a consumir, no solo con nuestra mirada.
Encuentra el artista en esa vorágine diaria a la que cada vez es más difícil sustraerse el origen de muchas insatisfacciones personales y de un alejamiento de la naturaleza que a nadie beneficia, de ahí que haya querido que esta exhibición constituya un descanso frente al ruido también visual, un espacio para la introspección en el que nuestra aproximación al espacio y al tiempo pueda quizá modificarse.
La primera de las series que podemos ver en Parra & Romero es Ethereal Paintings y no se compone de pantallas digitales, como podría parecer a primera vista, sino de artefactos de luz, atrapada esta en esculturas dentro de un volumen. La apariencia de pantallas no es casual, alude el autor así a su presencia devoradora, pero busca Magán sobre todo invitarnos a apreciar el valor de lo estático y lo que permanece; subrayar que existe aún aquello que merece ser observado detenidamente.
En estos trabajos, etéreos y difíciles de apreciar completamente con claridad, el color se convierte en parte de la materialidad de las formas, y las sombras y los degradados que estas generan son responsables de construir su tridimensionalidad a nuestra vista. El vacío que parecen albergar, su profundidad, no existe como tal.
La segunda de las series en la exhibición es Ethereal Traces, un conjunto de fotografías digitales que captan los rastros de los objetos al quedar plasmados a través de los posos de luz que rebotan hacia ellos. Nueva prueba de sus esfuerzos por materializar lo etéreo y efímero, no dejan de constituir representaciones del paso del tiempo a través de la interacción de luz en ciertos fenómenos naturales para todos próximos, elaboradas con animación 3D y sobre papel japonés de fibras naturales de algodón.
Y cierra “Twenty-twenty Vision” Halo Series, un conjunto escultórico derivado de su observación de los halos (como las pareidolias o los arcoirís), episodios no demasiado frecuentes que pueden suscitar en quien los advierte algunas preguntas existenciales. Ha querido acercarse Magán a la paz que nos provocan utilizando el pigmento como catalizador de las formas, intangibles estas y susceptibles de modificarse en el espacio de modos impredecibles: así dicho espacio, como el tiempo, se convertirá en una dimensión más de las tres ya inherentes a esos objetos.
En definitiva, en estas propuestas el eje de las investigaciones del artista ha continuado siendo la luz, pero, a diferencia de trabajos anteriores, esta no construye ya planos sino que se nos ofrece atestiguada, materializada, como fenómeno natural.
David Magán. “Twenty-twenty vision”
c/ Claudio Coello, 14
Madrid
Del 12 de septiembre al 18 de noviembre de 2023
