Barroco exuberante, de Zurbarán a Maurizio Cattelan

Urs Fischer. Noisette, 2009 Urs Fischer. Noisette, 2009

El Museo Guggenheim desliga al Barroco de sus clichés y lo acerca a la creación contemporánea en una muestra de montaje casi cinematográfico

Bilbao, 17/06/2013


“Barroco Exuberante: de Cattelan a Zurbarán-Manifiestos de la precariedad vital”

MUSEO GUGGENHEIM BILBAO
Avenida Abandoibarra, 2
48001 Bilbao
Del 14 de junio al 6 de octubre de 2013
De martes a domingo, de 10:00 a 20:00 horas

Del 14 de junio al 6 de octubre de 2013, en el Museo Guggenheim Bilbao

Comisaria: Bice Curiger

Organizan: Museo Guggenheim Bilbao y Kunsthaus Zürich

Barroco es sinónimo de ornamentación, dorados, exceso, teatralidad y ricos adornos pero también, y sobre todo, de manifestación de la naturaleza incierta de la existencia, y en este último y amargo aspecto se centra la muestra “Barroco Exuberante: De Cattelan a Zurbarán – Manifiestos de la precariedad vital”, que puede verse hasta octubre en el Museo Guggenheim Bilbao y que confronta obras de maestros de la pintura europea del s XVII, como Pieter Aertsen, Giovanni Battista Langetti, Alessandro Magnasco, José de Ribera, Jan Steen, David Teniers El Joven, Simon Vouet o Francisco de Zurbarán, con la de artistas contemporáneos como Maurizio Cattelan, Robert Crumb, Urs Fischer, Glenn Brown, Tobias Madison, Paul McCarthy o Cindy Sherman.

No se pretende establecer entre la producción de unos y otros analogías superficiales en cuanto a temática o forma, sino subrayar miradas afines en torno a esa realidad movediza en la que se centró el Barroco y que ha inspirado y alimentado la obra de muchos creadores actuales. En palabras de la comisaria, el objetivo de esta exposición no ha sido traer a Bilbao “un festival de obras maestras” ni incidir en la posible existencia de una corriente neobarroca en el arte de hoy (pese al contexto de crisis común de ambas épocas), sino acercar el arte Barroco, del que tres siglos nos separan, al terreno de la experiencia vital del espectador, al mundo de lo cotidiano.

Pieter Aertsen. La carnicería, 1551–1555

Pieter Aertsen. La carnicería, 1551–1555

Las más de cien piezas que componen la muestra (procedentes del propio Guggenheim y de Kunsthaus Zürich pero también del Museo de Bellas Artes de Bilbao, el Prado o el Kunsthistorisches de Viena y de varias colecciones privadas) se estructuran conforme a un montaje cercano al cinematográfico: se nos traslada al contexto histórico del Barroco desde una mirada muy contemporánea en la que se explora la plasmación, en el s XXVII y en el XX y el XXI de asuntos que nos son tan cotidianos como la sensualidad, la grosería, lo rústico, lo cómico, la virilidad, lo grotesco o la religiosidad.

Veremos motivos mundanos que cobijan una moralidad latente pero no evidente en Bodegón con cerdo de Ribera y Dos campesinos peleando junto a un barril de Adriaen Brouwer; piezas que conjugan lo fantástico y lo reflexivo, como Cómo bailaríamos, de Dana Schutz, que evoca la Crucifixión de San Pedro de Caravaggio; dos visiones de la violencia sexual presente en la historia bíblica de Susana y los viejos a cargo de Francesco Capella y Glenn Brown; inquietantes escenas de género de Christiaen van Couwenbergh y Urs Fischer o representaciones de conductas groseras e impulsivas muy lejanas a la armonía clásica en trabajos de Juan Carreño de Miranda y Ryan Trecartin y Lizzie Fitch.

Nathalie Djurberg. Me encontré sola, 2008

Nathalie Djurberg. Me encontré sola, 2008

Entre las piezas más buscadas se encuentra Noisette (2009), de Urs Fischer: una lengua de silicona muy realista que asoma por un orificio de la pared del Museo y que, activada por sensores de movimiento, vibra suavemente ante los ojos del público antes de volver a desaparecer en su cavidad. Esta obra está en consonancia con los convencionalismos del Barroco del norte de Europa, cuando, como ahora, mostrar la lengua era un gesto vulgar, grosero e irreverente.

Oscar Tuazon. Números, 2012

Oscar Tuazon. Números, 2012

En su conjunto, la muestra refrenda la tesis de Panofsky según la cual el Barroco es “la victoria del subjetivismo, que se propone expresar sufrimiento y humor en la misma medida”. En las obras escogidas conviven el ilusionismo, el hiperrealismo y el anhelo de una vitalidad exaltada, y, en las piezas contemporáneas, a esos rasgos se une la búsqueda de intersecciones entre arte y vida.

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