Se forma en la Escuela Provincial de Málaga junto a Bernardo Ferrándiz, pintor costumbrista valenciano. Sus dotes artísticas permiten que la Diputación Malagueña le pensione para trasladarse a Roma en 1876, consiguiendo muy pronto reconocimiento gracias a obras galardonadas en las Exposiciones Nacionales de 1881 y 1884, y conservadas actualmente en el Casón del Buen Retiro de Madrid. Tras el éxito conseguido gracias a estas pinturas, hacia 1887 recibe el encargo de La entrada de Roger de Flor en Constantinopla (1888) Palacio del Senado, Madrid, lienzo en el que consigue un máximo refinamiento preciosista en la descripción de todos y cada uno de los elementos, gracias a una sutil transparencia que otorga un magnífico efecto ilusionista. Situado entre los maestros académicos gracias a la excelente técnica utilizada y a su realismo, no hay que olvidar sus incursiones en la pintura de género, ocupación que le convierten en un solicitado retratista de la alta sociedad. En 1892 es nombrado catedrático de la Escuela de Bellas Artes de San Fernando.