Destacando desde niño por sus dotes innatas para el dibujo, comienza sus estudios de pintura en 1985, con el maestro Ángel Pozo, para continuarlos en la Academia Artium Peña. En 1994 obtiene el Primer Premio de dibujo de la citada academia, y en 1996, la beca del Instituto Italiano de Cultura, para proseguir estudios de dibujo y pintura en el Palacio Spinelli de Florencia. Recibe, en 1995, el Premio Penagos de la Fundación Mapfre Vida, y en 1999, el Premio de Pintura Focus-Abengoa. Perteneciendo a una nueva generación de realistas que obligadamente conviven con el auge de la fotografía, es, desde esta perspectiva, donde la obra de Lorenzo Fernández, con la reivindicación de los valores estéticos de la pintura tradicional, y la temática de carácter intimista, plantea el debate, en los extremos, de las diferencias entre la imagen pintada y la reproducida. No obstante, transgrediendo el carácter excesivamente banal del realismo al uso, al introducir elementos narrativos conceptuales que se aproximan al discurso moral, como la clonación de células humanas, Fernández, se aleja de la ortodoxia, para situarnos en el siglo XXI, es decir, donde los recursos expresivos, ajenos a sus características formales, activan la memoria colectiva rehuyendo las clasificaciones. Destacan sus exposiciones individuales en la Galería Séller, Madrid (2000), y Galería Clave, Murcia (2001).