Es uno de los grandes seguidores de Caravaggio, aunque llega más allá de los efectos externos del lenguaje de su maestro, imitándolo en su nobleza de espíritu y en su magistral dramatismo de luz y sombra. Hacia 1620 visita Roma y Florencia, presentando su obra tardía una vía más clásica, quizá por influencia del barroco clasicista de los Carracci. Excelente pintor al fresco, entre sus obras más importantes se encuentra su Liberación de San Pedro (1608 – 1609) y la decoración de la cartuja de San Martino de Nápoles, concluida en 1631.