Artista culto y meticuloso, comienza a trabajar como poeta para decantarse finalmente por la pintura. Asentado en Córdoba, en los primeros años 80 realiza una figuración irónica, identificada con el expresionismo,
de naturaleza culta y meditada planificación. Busca lograr una diferente forma de mirar, para lo cuál se sirve de ritmos pausados generados a menudo por esquemas geométricos, e incluye en sus últimas obras mensajes escritos que recuerdan inscripciones clásicas. Sus cuadros aparecen dominados por leyendas en las que expresa, a través de la palabra, su idea de orden. De tonos diluídos y equilibrados, la minuciosidad y el perfeccionismo son la base de su obra.