Sus viajes por el centro y el norte de Italia le aportan un profundo conocimiento del lenguaje del manierismo. En su estilo, la herencia hercúlea y monumental de Miguel Ángel aparece suavizada por la influencia de Jacopo Sansovino, con el que trabaja en la Biblioteca de Venecia. Como arquitecto es autor del Ponte de la Trinitá y de las adiciones al palacio Pitti y como escultor lleva a cabo la tumba de Marco Mantova Benavides. Sin embargo, la obra que le da la fama es la fuente de la plaza de la Signoria de Florencia, un encargo por el que también competían Cellini y Giambologna. Compuesta por un Neptuno de mármol de formas alto toscas no en vano sería popularmente conocido como Il biancone- y varias ninfas de bronce, la fuente no logra sin embargo el reconocimiento esperado. Hacia el final de su vida, y bajo la sugestión de la ola de puritanismo que emana de la contrarreforma, destruye algunas de sus obras por considerarlas licenciosas. Estuvo casado con la poetisa Laura Battiferri, mujer de gran personalidad que Bronzino retrató magistralmente.