Los conocedores de la obra de Alicia Framis sabéis que su obra está dedicada al análisis de las relaciones de los individuos consigo mismos, y con la colectividad y el medio urbano, y al estudio de las posibilidades de un contacto verdadero y genuino en la ciudad, escenario de inseguridades, soledades y marginación. Se ha valido para ello de medios muy diversos, desde la instalación y la fotografía a la performance y el diseño textil.
A menudo los conjuga en un único proyecto, y este es el caso del que, hasta el 30 de mayo, presenta en la madrileña Galería Juana de Aizpuru: “Lenguajes invisibles”. Dos instalaciones componen la exposición: en la primera, Is my body public?, vemos una quincena de vestidos lenceros que son también pancartas aptas para manifestaciones: todos llevan bordado en negro un mismo texto, ¿Es mi cuerpo público?, en otros tantos idiomas. El día de la inauguración, el pasado 21 de abril, quince mujeres de varios países los vistieron en las calles de Madrid y en esta sala hasta que los colgaron en cuerdas en la galería, como puestos a secar.
El propósito de la creadora barcelonesa es llamar la atención del público sobre los cada vez más difusos límites entre lo público y lo privado, tanto a nivel general, teniendo en cuenta que miles de cámaras captan nuestro cuerpo y controlan nuestros movimientos en todo tipo de espacios y que nuestros datos más personales empiezan a perder ese nombre en su tratamiento por empresas varias, como a nivel específico, ciñéndose al caso de las mujeres sometidas a intimidaciones y violencia sexual o simplemente a intromisiones en sus derechos personales.
La dificultad de encontrar hoy distancias entre lo privado y lo público queda ya patente en el propio material de los vestidos (telas transparentes y lenceras que asociamos a la intimidad y que aquí transmiten mensajes reivindicativos) y el mensaje de Framis se refuerza con la presentación de otras quince fotografías enmarcadas en las que la propia artista sostiene esos vestidos-pancarta feministas que tienen su antecedente directo en la colección de moda Anti_Dog, compuesta por 23 prendas a prueba de balas para proteger a las mujeres que las vistieran. El hecho de escribir sus mensajes en quince idiomas, y de que las mujeres que los portaron procediesen de distintos países, refuerza la idea de que la que aborda la artista es una problemática global.
La segunda instalación que presenta Framis en Juana de Aizpuru es La habitación de los cambios, una estancia con paredes de madera y una puerta abierta a los visitantes que solo alcanza su sentido y, según la artista, se convierte en una obra de arte, cuando dos personas acceden a ella y se abrazan. Esos abrazos, forma de contacto que interesa a la artista por no requerir de palabras, generan en la habitación un juego de luces que es único en cada caso porque tiene una intensidad (lumínica) y una duración distinta para cada pareja de asistentes que se animen a estrecharse entre sus brazos.
Este proyecto, interactivo y efímero, quiere invitarnos a reflexionar sobre el declive del contacto físico en las manifestaciones de afecto en nuestra era digital e impulsarnos a revertir la situación, y también puede entenderse como un experimento de observación de nuestras conductas y de nuestra capacidad de adaptación a entornos distintos a los acostumbrados, porque Framis pretende que en su habitación no solamente abracemos a conocidos, sino al otro en su sentido más amplio, al diferente, venciendo el atávico miedo a lo desconocido. Las luces que cada abrazo genere modificarán así dos arquitecturas: la de la propia habitación y la mental de los participantes: en este caso, la tecnología no se usa para separar sino para unir.
Alicia Framis. “Lenguajes invisibles”
c/ Barquillo, 44 1º
Madrid
Del 21 de abril al 30 de mayo de 2018
