Los viajes de Kandinsky

“Kandinsky” en el Palazzo Reale de Milán

El Palazzo Reale de Milán le dedica hasta abril una retrospectiva

Ya graduado en Derecho y con treinta años de edad, Kandinsky se trasladó a Mónaco en 1896 para estudiar pintura en la Academia de Franz von Stuck y sus primeras obras pequeños paisajes de influencia tardoimpresionista. En sus vacaciones de verano en Murnau en aquel tiempo comenzó a experimentar con colores brillantes y antinaturalistas, traduciendo la realidad en imágenes planas, sin volumen, inspiradas en el fauvismo.

Utilizó el paisaje como pretexto para desarrollar ejercicios en torno a la forma y el poder del color: dio así sus primeros pasos hacia la abstracción en obras como Improvisación III (1909) o Quadro con macchia rossa (1914), en las que trató de llevar al lienzo su mundo interior.

La. lectura de los escritos de Wilhelm Worringer en 1909 y la música de su contemporáneo Arnold Schönberg le llevaron a un creciente interés por el arte no-objetivo. Estaba preocupado por el materialismo del mundo moderno y veía en la abstracción una vía de liberación del hombre. Fue miembro fundador de la Neue Künstlervereinigung, donde conoció a Franz Marc. Junto a él abandonaría posteriormente este grupo para, en 1911, comenzar a publicar juntos el almanaque Der Blaue Reiter (El Jinete Azul), en torno al cual se aglutinó un variado grupo de artistas. En sus páginas, Kandinsky propugnaba una función mística para el arte, un arte no-objetivo que respondiera no a un reflejo de las apariencias, sino a la fuerza interior del artista. Sus escritos, entre los que destacan De lo espiritual en el arte (1912) o Punto y línea sobre el plano (1926), sirvieron para difundir sus ideas.

Tras el estallido de la I Guerra Mundial, Kandinsky se vio obligado a regresar a Moscú, donde se involucraría en la puesta en marcha de las instituciones culturales nacidas tras la Revolución de octubre. Unos años después, las grandes figuras de la vanguardia constructivista se opondrían a su expresionismo espiritual, y en 1921 el artista regresó a Alemania, donde fue invitado por Gropius para enseñar en la Bauhaus.

Para la pionera escuela llevó a cabo, en 1922, la decoración para el atrio de la Juryfreie de Berlín, que ha sido reproducido al comienzo de la exposición que ahora acoge el Palazzo Reale por obra del restaurador Jean Vidal. Ese mismo año, Kandinsky realizó los carteles de Piccoli Mondi, que sintetizan su estilo expresionista previo a la Gran Guerra y testimonian su evolución hacia la geometría propia de la Bauhaus. Los títulos de sus pinturas de entonces hacen referencia ya a la relación entre colores y formas geométricas en su producción de entonces: Orange (1923), En Blanco II (1923), Amarillo-Rojo – Azul (1930).

Tras el asentamiento del nazismo en el poder, en 1933, Kandinsky decidió abandonar Berlín y trasladarse a París, capital del mercado del arte europeo en aquel momento, pero ciudad hostil a la abstracción. Por influencia de sus amigos Arp y Miró, el pintor se sirvió entonces de formas biomórficas, como amebas, embriones o insectos, presentes en Cielo azul (1940) o Una fiesta privada (1942).

Murió el 13 de diciembre de 1944, sin llegar a conocer el final de la II Guerra Mundial.