Tras la muerte repentina de sus padres en 1508 se traslada a Florencia. Tras breves contactos artísticos con Leonardo, Alberti y Piero di Cosimo, se convierte en discípulo de Fra Bartolomeo y en 1512 entra en el taller de Andrea del Sarto. Hacia 1520 desarrolla un lenguaje pictórico que le convierte, junto con Rosso Fiorentino, en el principal representante de la fase dramática y expresiva del manierismo; se trata de un lenguaje lleno de inquieto movimiento y efectos irracionales desconcertantes tanto de escala como de espacio. Pintor religioso y retratista destacado, su huella es perceptible en Bronzino; su estilo se enriquece con el estudio de Miguel Angel y los grabados de Durero. Su obra maestra es el Santo Entierro (1525 – 1528), Capilla Capponi, Santa Felicita en Florencia, cuya luminosidad mágica y transparencia dotan a la composición de una intensidad única.