En las muestras que organiza, dispone sus instalaciones sonoras en salas de exposiciones vacías, sugiriendo al espectador una lectura distinta de ese espacio en el que se encuentra. A través de referencias ligadas a los contextos originales de donde extrae las canciones o sus letras, Susan Philipsz provoca emocionalmente al público y juega con su inquietud por no saber dónde mirar en un espacio que suele ser de contemplación. Ha participado en la Manifesta 3 y recientemente ha exhibido su producción en el CGAC y en el Monasterio burgalés de Silos.