Se forma en Madrid en la Escuela de Artes y Oficios y en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando (1950 – 1955). Desde entonces se inicia en el realismo, entabla amistad con Julio López Hernández y con María Moreno, que será más adelante su mujer. Eleva a categoría de arte la realidad más cotidiana mediante la creación de una atmósfera que envuelve a los objetos misteriosamente, conseguida por la importancia que concede a la luz. Así, la vinculación que se hace de su obra al hiperrealismo debe matizarse, dado el hermetismo misterioso que encierran las escenas. Retratos, situaciones familiares, interiores y paisajes con los que se encuentra diariamente, constituyen los temas preferidos. Trabaja pausadamente y gran parte de su obra se expone con preferencia fuera de España. La proyección de su trabajo en nuestro país se produce en los años ochenta, cuando se le concede la Medalla de Oro de las Bellas Artes (1983) y el premio Príncipe de Asturias de las Artes (1985).