De formación esencialmente autodidacta, asiste libremente a las clases de Rohert Miller en la Escuela Central de Artes de Londres y obtiene becas de estudios en París (1967) y Nueva York (1980-81). A finales de los años cincuenta su lenguaje es el propio del informalismo
imperante en esta década y con una gama cromática reducida a grises, blancos y negros. En un viaje a Holanda conoce al grupo Cobra y hacia 1965 viaja a Brasil. Su pintura evoluciona hacia una nueva interpretación de la figuración en los años sesenta. Con ciertas influencias del surrealismo,
su estilo madura en una obra en la que destaca un personal sentido de la geometría y la estructura, un potente colorido y unas figuras espontáneas, irónicas y expresivas, que en ocasiones se sitúan cercanas a la caricatura. En su obra más reciente se aprecia una mayor abstracción formal y la utilización de dibujos, fotografías o “collages” que desencadenan una atractiva sucesión de intervenciones sobre un fondo previamente geometrizado y una gama de color más atemperada y armónica.