Se forma en la Escuela de Arquitectura en Barcelona al tiempo que hace prácticas en el estudio del arquitecto Fotseré i Mestre y en el taller artesanal de Eudaldo Puntí, donde aprende el dominio de los materiales que más adelante utiliza de modo muy imaginativo. La deuda inicial con el historicismo es notable en obras como el Palacio Episcopal de Astorga (León, 1887-1893) y la Casa Vicens (Barcelona, 1883). Más adelante tiende a centrarse en una arquitectura que evoca formas orgánicas en una perfecta adecuación entre construcción y naturaleza, tal como ocurre en el Parque Güell (Barcelona 1900-1914). Logra la simbiosis entre experimentación y tradición, así como la síntesis de las artes propia del modernismo
al diseñar los elementos interiores. Esto le sitúa en la órbita del art nouveau
francés y belga, de líneas ondulantes y sinuosas de inspiración vegetal. Entiende la arquitectura como espacio dinámico y vivo, con lo que logra que el aspecto de los edificios sea de gran plasticidad. Como ejemplo: la Casa Batlló (Barcelona,1904), la Casa Milá (Barcelona, 1906-1910) y la culminación de su trayectoria en el templo de la Sagrada Familia, proyecto heredado en 1883 del arquitecto Francisco de Paula del Villar, al que se dedica casi en exclusiva a partir de 1910. Sobre la base neogótica, idea un diseño organicista que fascina al surrealismo .
La importancia de Gaudí radica no sólo en su aportación al modernismo, sino en que es un precedente de la arquitectura expresionista y un ejemplo significativo del racionalismo constructivo.