Realiza sus estudios en la Escuela de Artes Aplicadas de Dresde y Dusseldorf, convirtiéndose en los años veinte en uno de los máximos representantes de la “Neue Sachlichkeit” (nueva objetividad). En su obra predominan los elementos propios del realismo socialista que, junto a su capacidad de penetración intuitiva, le llevan a la representación veraz de una sociedad decadente, recurriendo para ello a los tonos crudos y disonantes. Su verismo incisivo le convierte en uno de los mejores cronistas de la República de Weimar representando, con gran sinceridad, las apariencias más vulgares y corrientes así como las más desagradables realidades. En 1933 es destituido de sus cargos académicos en Dresde inclinándose, a partir de esta década, por un expresionismo
romántico en el que a menudo, y mediante cuadros de alegorías religiosas o de implicaciones escatológicas, integra su odio al nazismo. Sus cuadros son retirados de las colecciones publicas alemanas hacia 1937 y hasta 1955 no es nuevamente reconocido como artista importante.