En 1830 empieza a colaborar con caricaturas políticas en el semanario antigubernamental Caricature, lanzando agudas críticas al gobierno de Luis Felipe de Orléans. En 1835, queda prohibida la sátira política y comienza a trabajar para Charivari, realizando sátiras de la vida social; el carácter directo de su visión, así como la falta de sentimentalismo, hacen que Daumier sobresalga entre el resto de los caricaturistas decimonónicos, ya que posee el don de expresar el carácter de un hombre a través de su fisonomía, interpretando la locura mental en términos de absurdo físico y creando la imagen que ilumina un concepto. Sus pinturas son un documento de la vida y de las costumbres contemporáneas, utilizando una técnica suelta y muy libre, mientras que su escultura sigue las pautas trazadas por sus caricaturas. Delacroix, Degas, Corot y Baudelaire, son algunos de sus admiradores.