Desde muy temprano tiene clara su vocación artística, apoyado por el entorno familiar. Pinta su primer cuadro a los cinco años; a los catorce años participa en la colectiva La exposición de los Diez en San Sebastián (1960). Formación prácticamente autodidacta, con gran influencia literaria y de Magritte. En sus obras siempre están presentes las gentes y paisaje vascos, interpretados en una singular clave onírica. Lento y muy preciso en la elaboración de sus pinturas, no se prodiga en exposiciones. En 1991 celebra en el Arteleku Karne y Clorofila en la que trata la idea de la metamorfosis planta animal, con carácter trasgresor. En el 2001 presenta las piezas para la decoración de la capilla de Nuestra Señora de Remelluri, en la Rioja Alavesa, donde su Santoral y Paraíso, óleos sobre tablas de técnica minuciosa, son imágenes que oscilan entre lo sacro y lo profano y que entablan un diálogo con las características pictóricas del Quattrocento. Ha colaborado en la dirección artística de películas como Vacas (1990) de Julio Medem o la pastoral Pantzart (1991) de Maite Aguirre. Ha sido galardonado en varias ocasiones con el Gran Premio de Pintura Vasca.