Wayne Thiebaud más allá del colesterol

El Museo Voorlinden abre su primera retrospectiva europea

Wassenaar,

No hemos tenido demasiadas ocasiones de conocer de cerca su trabajo, pero son muchos los familiarizados con sus apetitosas representaciones de pasteles, helados y perritos calientes, ejemplo de cómo Wayne Thiebaud, pintor estadounidense nacido en 1920 y aún en activo, ha convertido la vida cotidiana de la sociedad de su país (usos, costumbres y alimentación) en el epicentro de su obra.

Alrededor de sesenta de sus trabajos, fechados entre 1961 y este mismo año, forman parte, hasta el 16 de septiembre, de su primera retrospectiva europea. Podemos contemplarla en el Museo Voorlinden de Wassenaar, en Holanda, y da buena cuenta de los rasgos fundamentales de la pintura de Thiebaud, en la que no solo hay dulces suculentos: también retratos y paisajes representados con sumo cuidado, a menudo aislados en composiciones muy claras, despejadas, de colores brillantes y pinceladas empastadas. Esas pinceladas gruesas son las responsables de, prácticamente, hacer palpable la exquisitez de sus postres, y forman parte de una técnica algo más compleja que el pintor califica como object transference: dando a un único motivo el protagonismo absoluto en la superficie del lienzo, acercándolo al espectador sin que le quede escapatoria, crea casi esculturas con los pinceles.

Destaca igualmente su tratamiento cromático: colores brillantes y tonos pastel se dan la mano en composiciones en las que no hay sombras oscuras, sino sombras arco iris, casi aureolas de color. Toda la luz sucede en la sombra, dice Thiebaud.

Wayne Thiebaud en el Museum Voorlinden
Wayne Thiebaud en el Museum Voorlinden
Wayne Thiebaud en el Museum Voorlinden
Wayne Thiebaud en el Museum Voorlinden

Por sus recurrentes representaciones de objetos y escenas cotidianas, se ha asociado al artista con el movimiento pop, nacido justo cuando él iniciaba su carrera, pero hoy, cuando esa trayectoria toca a su fin, podemos afirmar que su estilo no responde (del todo) a esa etiqueta. Si los autores pop se inspiraban en el lenguaje y las técnicas de los medios de comunicación de masas, Thiebaud pinta a partir de sus propios recuerdos, y sus pinceladas sueltas tienen poco que ver con el arte mecánico y los contornos duros de Andy Warhol y sus afines. Es más fácil emparentar la producción de este autor, desde luego en lo formal y quizá también en lo temático, con maestros modernos como Edward Hopper o Cézanne. Desde la ausencia de pretensiones, dice admirar a clásicos como Velázquez o Vermeer.

En esta muestra holandesa, sus pasteles y perritos calientes dialogan con paisajes y retratos. A estos últimos, él no quiere calificarlos así, se refiere a ellos simplemente como figuras humanas. Tienen más que ver con las naturalezas muertas: sus modelos aparecen en espacios aislados y abiertos y no hay en ellos psicología sino ejercicio pictórico. En ese mismo sentido, sus paisajes son ensayos de color y perspectiva: ríos y montañas cruzan abruptamente los lienzos desde puntos de vista atrevidos que confieren al conjunto efectos vertiginosos.

Esta antología de Thiebaud cierra en el Museo Voorlinden un ciclo de tres exposiciones (American Season), dedicadas al arte contemporáneo estadounidense y sus diversas caras. La serie se inició en 2017 mostrando obras de dos jóvenes artistas, Shio Kusaka y Jonas Wood, y tuvo su continuación en una muestra del muy reconocido escultor Martin Puryear.

No solo es esta la primera retrospectiva del americano en Europa, también su primera individual, y el Voorlinden es el único museo del continente que cuenta con obra suya en sus colecciones.

 

“Wayne Thiebaud”

MUSEUM VOORLINDEN

Buurtweg 90

Wassenaar

Del 9 de junio al 16 de septiembre de 2018

 

 

 

 

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