Torres-García: construcción y universalidad en Murcia

El Museo de Bellas Artes ofrece hasta julio una retrospectiva del artista uruguayo

JOAQUÍN TORRES - GARCÍA 1874-1949

MUSEO DE BELLAS ARTES DE MURCIA

c/ Obispo Frutos, 12

Murcia

Del 7 de mayo al 5 de julio de 2015

Murcia,

JOAQUÍN TORRES - GARCÍA 1874-1949Son muchos los casos de artistas en los que, a la hora de hablar de evolución creativa, tenemos que referirnos a su trasiego vital, pero uno de los ejemplos en que camino personal y camino artístico son por completo indisociables es el de Joaquín Torres-García, que, a lo largo de su vida, se estableció en Barcelona, Nueva York, Italia, la Costa Azul francesa, París, Madrid y  Montevideo y avanzó estilísticamente en una sucesión no estricta de fases que podríamos entender, a veces, como contradictorias.

Nacido en 1874 en Monteviedeo, Torres-García se formó como pintor en Barcelona, junto a Picasso, Nonell, Mir, Santiago Rusiñol o Ramón Casas, y desarrolló entonces una producción de inspiración clásica muy vinculada a la estética asociada a los movimientos nacionalistas catalanes de finales del s XIX.

Fue aproximadamente a partir de 1916 cuando el uruguayo se sumergió en los movimientos de vanguardia, aproximándose primero al Cubismo, después al Futurismo, y más tarde, y ya residiendo en Nueva York, al Dadaísmo; después, en París, a fines de los veinte, se decantó por cultivar rasgos del Expresionismo, interesándose especialmente por su vertiente primitivista. Adoptó posteriormente, a partir de los treinta y desde un punto de vista personal, el Constructivismo geométrico.

Como representante de este último estilo, alcanzó Torres-García una gran repercusión en América Latina y en sus artistas que trabajaban desde los parámetros de la geometría o el arte cinético y jugó además un papel fundamental en la fundación del colectivo Cercle et Carrè, en 1930; pero enseguida, y sobre todo desde su regreso definitivo a Montevideo, en 1934, desechó la propia noción de vanguardia per se (por su espíritu de exclusión) e introdujo en sus pinturas un orden tectónico más riguroso, incluyendo retículas en las que distribuye los motivos.

Las figuras que representaba, sometidas a un proceso de geometrización, apelan a una iconografía y a un imaginario indoamericanos (piezas de alfarería, anclas, soles incas, pirámides).

El Museo de Bellas Artes de Murcia. MUBAM ofrece, hasta el 5 de julio, una retrospectiva del uruguayo comisariada por Guillermo de Osma y José Ignacio Abeijón. La muestra subraya cómo, pese a la variedad de tendencias artísticas a las que se acercó, pueden entenderse como ejes fundamentales del conjunto de su trabajo (que se desarrolló en su mayor parte durante toda la primera mitad del s XX) el respeto a la tradición, la vocación constructiva y la de universalidad.

Sus transiciones hacia distintos estilos no supusieron para Torres-García rupturas radicales y vueltas a empezar sino etapas de experimentación en torno al universalismo constructivo y la concepción de la pintura como ilusión y como lenguaje.

 

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