Seurat, por puntos

El Kröller-Müller Museum exhibe la mayor parte de su producción

Otterlo,
Seurat. Le Cirque
Seurat. Le Cirque

Pionero del Neoimpresionismo y alma del Puntillismo, Seurat murió a los 31 años y en su corta carrera alcanzó a realizar medio centenar de pinturas. 23 de ellas, complementadas con 24 dibujos, se muestran hasta el 7 de septiembre en el Kröller-Müller Museum de Otterlo gracias a los préstamos de museos y coleccionistas privados de todo el mundo. No faltará una de sus piezas más célebres, Le Cirque, cedido para la ocasión por el Musée d´ Orsay. Es la primera vez que un número tan elevado de obras de Seurat se exhiben en Holanda.

Con sus pinturas compuestas por un sinnúmero de puntos y su atención a las teorías científicas sobre el color, Seurat se consolidó como uno de los artistas más avanzados de la vanguardia parisina de fines del XIX y fue la capital francesa la ciudad que, como ocurrió con los impresionistas, le sirvió de inigualable fuente de inspiración: sus avenidas, parques, espacios comerciales y suburbios proporcionaron al pintor un buen número de temas.

Esas animadas escenas urbanas contrastarían con los serenos paisajes que llevó a cabo en las localidades del norte de Francia donde Seurat veraneó desde 1885, como Grandcamp o Gravelines. La serie completa de obras que realizó en esta última villa podrá verse ahora en Otterlo.

Nacido en 1859 en París, Seurat ingresó en la Escuela de Bellas Artes en 1878 pero la dejó al año siguiente pues aspiraba a “… encontrar algo nuevo, una pintura mía”. Sin embargo, no renegó de la herencia de sus predecesores: admiraba a Delacroix por su utilización del color y su liberación de la línea y a Puvis de Chavannes por las dimensiones, el rigor y la solemnidad de las composiciones.

Seurat. Le Chahut
Seurat. Le Chahut

Fue forjando su técnica progresivamente, inspirándose en tratados científicos dedicados a los fenómenos ópticos de Eugène Chevreul, Charles Blanc, Ogden Rood y Charles Henry. De ellos extrajo varios principios que constituyen las bases teóricas de lo que llamó cromoluminarismo: la noción de los colores complementarios (rojo-verde, naranja-azul, amarillo-violeta), la distinción entre el color y el tono (el color en sí y su valor), la idea de la mezcla óptica que se efectúa ya no en la paleta sino en la retina del espectador, la exaltación del color por la yuxtaposición de sus diferentes tonos y hasta las líneas dinámicas que expresan los sentimientos.

Desde 1886 concibió una técnica consistente en aplicar de modo regular y ordenado pequeñas pinceladas de pintura sobre toda la superficie del lienzo. Esos “puntos” de colores puros yuxtapuestos componen formas, personajes y paisajes.

El 15 de mayo de 1886, durante la octava y última exposición impresionista en la calle Laffitte en París, las obras expuestas en la última sala son las que acaparan toda la atención del público y de los críticos. Seurat exhibe allí la obra considerada como el acta de fundación del neoimpresionismo, Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte.

Uno de los primeros efectos del uso del color puro y de una pincelada regular es la afirmación del plano del lienzo, cuestionándose la perspectiva tradicional al concebirse la superficie del cuadro como un universo independiente de la naturaleza. Las formas simplificadas por este tratamiento toman un aspecto geométrico.

Seurat. Le Chenal de Gravelines
Seurat. Le Chenal de Gravelines

Los pintores neoimpresionistas como Seurat rechazaron asimismo el recurso a los medios académicos tradicionales para crear la ilusión del movimiento. Para animar la “superficie plana” de sus lienzos, dinamizaron sus cuadros por medio de un juego de líneas rítmicas o repetir un motivo geométrico que dé ritmo a la composición. También privilegiaron el arabesco, cuyo desarrollo amplio guía el ojo del espectador por la superficie de sus obras.

En relación a sus trabajos en papel, hay que subrayar que el dibujo ocupó siempre un lugar especial en la obra de Seurat, incluso podemos considerarlo como su primer modo de expresión artística. El francés no sólo empezó a dibujar muy pronto, sino que desde 1874 concedió una gran importancia a este medio y la primera vez que participó en el Salón, en 1833, presentó un dibujo.

Los que llevó a cabo más tempranamente son característicos del trabajo de un artista en formación, por la elección de los temas representados y por la propia técnica utilizada; pero pronto quiso romper, como dijimos, con la enseñanza académica de la Escuela de Bellas Artes, sobre todo tras su regreso del servicio militar en 1880. En esta fecha, empezó a practicar el dibujo en blanco y negro, técnica que le permitió traducir su teoría del contraste aplicándola especialmente al claroscuro. Utiliza únicamente el lápiz Conté sobre un papel vergé rugoso. Las numerosas posibilidades ofrecidas por estos medios le desvelaron la manera de concretar sus búsquedas sobre la luz.

 

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