Pissarro, quien pudo enseñar a dibujar a las piedras

Camille Pissarro. Orillas del Marne, 1864. Préstamo de Glasgow Life (Glasgow Museums) en nombre del Glasgow City Council. Donación de los Trustees of the Hamilton Bequest, 1951 Camille Pissarro. Orillas del Marne, 1864. Préstamo de Glasgow Life (Glasgow Museums) en nombre del Glasgow City Council. Donación de los Trustees of the Hamilton Bequest, 1951

El Museo Thyssen-Bornemisza presenta la primera muestra monográfica del pintor en España

Madrid, 03/06/2013


“Pissarro”

MUSEO THYSSEN-BORNEMISZA
Paseo del Prado, 8
28014 Madrid
De martes a domingo, de 10:00 a 19:00 horas

Del 4 de junio al 15 de septiembre de 2013, en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid

Comisario: Guillermo Solana, director del Museo Thyssen-Bornemisza

Obras: 79

Mary Cassatt, amiga de Pissarro, dijo de él que era tan buen maestro que podía haber enseñado a las piedras a dibujar correctamente, y su también amigo Cézanne lo bautizó como humilde y colosal y como el primer impresionista.

La primera monográfica española de este artista, considerado decano del Impresionismo por su edad y por su autoridad sobre sus compañeros más jóvenes, se abre al público este martes en el Museo Thyssen-Bornemiza bajo el comisariado de su director y en octubre viajará a CaixaForum Barcelona.

Camille Pissarro. Louveciennes, camino des Creux, Louveciennes, nieve, 1872. Museum Folkwang, Essen

Camille Pissarro. Louveciennes, camino des Creux, Louveciennes, nieve, 1872. Museum Folkwang, Essen

Museos y coleccionistas privados de todo el mundo han prestado al Thyssen las 79 obras que componen esta exhibición. Se trata en su mayoría de paisajes que se articulan en el centro cronológicamente y haciendo alusión a los lugares donde Pissarro vivió y pintó: los pueblos de Louveciennes, Pontoise y Éragny y las ciudades de París y Londres, Ruán, Dieppe y Le Havre en su última década de vida.

Nacido en las Antillas, Pissarro aprendió el dibujo sin maestro, según nos cuenta Cézanne, y desde 1865 abandonó el negro, el betún y los ocres para trabajar únicamente con colores primarios. Ocho años más tarde redactaría los estatutos de la cooperativa de artistas impresionistas que iniciaría las exposiciones del grupo y fue el único artista del colectivo que participó en las ocho muestras que se organizaron entre 1874 y 1886.

Camille Pissarro. El puente de Charing Cross, Londres, 1890. National Gallery of Art, Washington, Colección de Mr y Mrs Paul Mellon, 1985.64.32

Camille Pissarro. El puente de Charing Cross, Londres, 1890. National Gallery of Art, Washington, Colección de Mr y Mrs Paul Mellon, 1985.64.32

Eclipsado por Monet durante un tiempo, ya que se alabó el refinamiento urbano de aquel frente al gusto por la naturaleza rural de nuestro protagonista, la exhibición que hasta septiembre acoge el Thyssen reivindica a Pissarro como maestro del arte moderno cuya producción resultó convertirse en puente decisivo entre la obra de los grandes pintores franceses del s XIX y la de los creadores postimpresionistas de fines de ese mismo siglo. Hoy consideramos que el citado Cézanne y también Gauguin fueron sus discípulos (junto a él trabajaron algunas temporadas) y que Seurat o Signac fueron también sus protegidos (gracias a su iniciativa participaron ambos en la última exposición impresionista). Un aspecto que habla de la humildad de Pissarro que alababa Cézanne fue que el maestro también aprendió de sus discípulos y, cautivado por la pintura de Seurat, se unió al postimpresionismo y desarrolló una labor fundamental en el origen del puntillismo hasta que en 1890 volvió a sus orígenes y regresó a la senda impresionista.

Camille Pissarro. El Boulevard Montmartre, mañana de invierno, 1897. Préstamo del Metropolitan Museum of Art, donación de Katrin S. Vietor, en recuerdo de Ernst G. Vietor, 1960 (60.174)

Camille Pissarro. El Boulevard Montmartre, mañana de invierno, 1897. Préstamo del Metropolitan Museum of Art, donación de Katrin S. Vietor, en recuerdo de Ernst G. Vietor, 1960 (60.174)

Si Renoir, Monet o Sisley dieron mayor protagonismo en sus trayectorias a la plasmación de los nuevos escenarios urbanos de la vida moderna, Pissarro se decantó por llevar a escena temas no novedosos, como el trabajo campesino, desde técnicas y enfoques enormemente avanzados en su tiempo. Su terreno es el de los campos arados y los huertos junto a las villas, no el del asfalto o los jardines decorativos. Raíces frente a adoquines, y un motivo recurrente, el de caminos rectos o sinuosos, anticiparían sus posteriores, y ya tardías, vistas urbanas en perspectiva del Boulevard Montmartre o de la Avenida de la Ópera de París.

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