Oteiza, el ser estético

Treinta y siete obras fundamentales del escultor se exponen en el Museo Salvador Victoria

Rubielos de Mora,
Oteiza. El ser estético
Oteiza. El ser estético

La Fundación Museo Salvador Victoria de Rubielos de Mora, localidad situada a 50 kilómetros de Teruel, presenta hasta el próximo 28 de febrero una muestra que recorre la trayectoria de Jorge Oteiza a través de esculturas y dibujos y que ha sido organizada en colaboración con la Fundación-Museo Jorge Oteiza de Alzuza, centro que ha cedido las piezas para la ocasión.

La exposición lleva por título “Oteiza. El Ser Estético”, consta de media docena de esculturas y 31 trabajos en papel fechados en la década de los cincuenta, entre 1950 y 1958, y nos permitirán comprobar la evolución estética de Oteiza en aquellos años: en las piezas más tempranas apreciamos el interés del autor por convertir sus piezas en expresiones del valor de la materia; en las más avanzadas, hizo hincapié en la significación simbólica del espacio vacío.

Así, Figura para el regreso de la muerte (1950) nos hace testigos de las primeras tensiones entre materia y espacio en la obra del artista, y sus procesos de vaciamiento y de definición espacial por confrontación de unidades resultan especialmente claros en los estudios de La tierra y la luna, datados entre 1951 y 1955. Entre medias se fecha Cabeza de Apóstol (1953), representativa de la intervención proyectada por Oteiza para la fachada de la Basílica de Arantzazu de Oñate.

En Par móvil/ Par espacial ingrávido (1956), Oteiza desvela procesos de desocupación de la esfera (piezas como ésta le valieron el Premio al Mejor Escultor Internacional en la IV Bienal de Sao Paulo, un año después) y el vacío se convirtió definitivamente en material de trabajo contenedor de significados en Caja vacía. Conclusión experimental n1 y en Homenaje a Mallarmé, piezas ambas de 1958.

La treintena de dibujos que acompaña en Rubielos a estas esculturas hacen igualmente referencia a las distintas fases de la escultura de Oteiza y fueron inéditos para el público hasta su presentación, en 2006, en la exhibición “Laboratorio de papeles” en el Museo Oteiza.

Oteiza. El ser estético
Oteiza. El ser estético

Hay que recordar que el núcleo de la escultura abstracta del autor se fraguó en los cincuenta, a partir de la experiencia con maquetas del Laboratorio experimental, para concretarse después en la obra definitiva en piedra y en hierro que, en buena parte, constituyó el conjunto expuesto y premiado en la citada IV Bienal de Arte de São Paulo en 1957, bajo el título de Propósito experimental.

Después llegarían las esculturas que Oteiza llamó Obras conclusivas, realizadas entre 1958 y 1959, que conformaban un corpus escultórico de significación profunda y final al que pertenece una pieza esencial: la mencionada, y expuesta en Rubielos, Homenaje a Mallarmé, una escultura compleja que resume el ideario y vocabulario artístico del escultor.

Usando su terminología, podríamos decir que está compuesta por una combinación de “unidades Malevich” con planos matrices abiertos en negativo o en vacío, conformando una serena “caja vacía” junto a “planos Malevich” en diagonal, que complican la estructura y el espacio. Se trata de un homenaje al espíritu de la vanguardia y está dedicada al escritor francés cuya poética, al igual que la de Oteiza, significó una búsqueda de lo absoluto, un modelo de abstracción y un paradigma de la unión entre poesía y arte.

 

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